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De domingo a domingo

Tan lejos de la gente como de la prédica del Papa

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Los discursos y los esfuerzos gubernamentales suceden en un mundo alejado de los problemas de la ciudadanía, donde manda la inseguridad no resuelta, la pobreza, la droga y la violencia, mientras la economía está en terapia intensiva. En la foto: un asesinato en las calles de Buenos Aires. Foto: Archivo El Litoral

 

Hugo E. Grimaldi

(DyN)

Hay mucha agudeza y potencia discursiva en el kirchnerismo. Durante el último mes, pelearon fiero con los empresarios del Foro de Convergencia y con los obispos de la Conferencia Episcopal, dos nucleamientos que alumbraron durísimos documentos sobre sus visiones de la realidad, ambos en el nombre del diálogo y del consenso, palabras que a los cuadros populistas les repugnan, aunque insista sobre ellas el mismísimo sumo pontífice Francisco.

A los primeros, casi 40 cámaras empresarias de casi todos los sectores, el gobierno los ha ninguneado tirando en el fondo del cajón una propuesta bien concreta que apunta a generar políticas de Estado y a sumar colaboración entre los sectores público y privado, a partir de una mayor institucionalidad como “marco para la inversión, el aumento de la producción, la promoción del empleo formal, la reducción de la pobreza y la inclusión social”.

En tanto, a los sacerdotes los diluyeron metiéndolos en una discusión abstrusa, corriéndoles el eje de las críticas y finalmente, relativizándoles la letra del documento sobre la violencia, casi una censura, con la excusa de la infeliz interpretación de los medios, cosa a la que los obispos accedieron alegremente, para los ojos de muchos, tirando por la borda la severidad del documento.

Por primera vez en el Tedeum

Quizás la estrategia eclesial de mantener la fiesta en paz, se especula, fue para no cortar la posibilidad de que la presidente de la Nación asista otra vez al Tedeum del 25 de Mayo en la Catedral Metropolitana. Tal como en otras épocas las homilías del cardenal Jorge Bergoglio generaban expectativas de segundas lecturas, quienes conocen el paño dicen que ése no es estilo del actual arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli. Los expertos sostienen que sus formas son mucho más pastorales y no tan políticas como las del actual Papa y que, por lo tanto, la presidente no debería pasar ninguna zozobra, aunque cuando se bucee en la letra fina se encuentren algunos mensajes, como por ejemplo que no se hablará directamente de la violencia, sino que se rezará la oración de San Francisco de Asís sobre su contracara: la paz.

En otro episodio donde la Iglesia tuvo que ver, también se observaron a pleno los reflejos que tiene el gobierno a la hora de dar batalla, ante una situación que los funcionarios mismos veían comprometida desde la difusión triunfal que habían hecho de un saludo papal bien personal a Cristina (“Me es grato hacerte llegar...”), aunque también se extendía “a todos los argentino” (sic). La desmentida desde Roma de monseñor Guillermo Karcher (“es trucho, un collage de mala leche”) mostró una reacción inmediata del Gobierno ante el blooper del religioso, quien parece haberle preguntado al Papa si él había escrito una carta y ante el “no” de la forma (fue un telegrama) salió a negar el contenido. Finalmente, fue el propio Francisco quien aclaró que la misiva era suya y sus dichos auténticos y eso le dio otra vez pasto al gobierno para señalar, como en el caso del documento obispal, que esta vez fue el Papa quien se sintió “molesto con algunos medios que quisieron sacar agua de la tierra árida para generar conflictos, sin tener el rigor de informar con la verdad a la sociedad”. Sin darle mayor contexto, la frase llegó encomillada como dicha por Francisco en la carta que el embajador argentino en la Santa Sede, Juan Pablo Cafiero, mandó a sus jefes de la Cancillería como un tributo a la obsesión del gobierno por responsabilizar siempre a la prensa de todos sus males. Desde ya, que los medios oficialistas salieron a destacar este punto como si el promotor de toda la situación de desmentida no hubiese sido un hombre de la Iglesia y dejando casi de lado que el gran difusor de sus palabras fue un canal de cable paraoficial, propiedad del empresario kirchnerista Cristóbal López.

Casi ningún comentario hubo, sin embargo, sobre otro párrafo de la nota papal, destinado a quienes les quepa el sayo, sobre “los caminos de convivencia pacífica, de diálogo constructivo y de mutua colaboración” que se desea para la Argentina. Otra vez, el Papa diciéndole no a la violencia y sí a los debates y a los consensos solidarios.

Y dale con los “agentes” enemigos

Todas estas situaciones de los últimos días muestran que resulta verdaderamente admirable cómo el kirchnerismo pelea por su espacio, aun en estos infelices e inevitables tiempos de adelgazamiento político y de imagen en descenso.

Tiene poca suerte cuando culpa de todos los males a los “agentes internos y externos” que operan en su contra, ya que al aspecto victimizatorio ya se le ha tomado suficientemente el tiempo, pero así y todo la presidenta, el jefe de Gabinete, los funcionarios, los legisladores y toda la prensa alineada son coherentes siempre en la línea de promoción casi marketinera de sus verdades o si llegara el caso, de imposición de las mismas, aun descalificando a quienes piensan diferente.

Desde lo visual, el team oficial hace actos reivindicativos, arengas sobre el modelo, inauguraciones constantes y eleva proyectos al Congreso, los únicos que se tratan y se aprueban. Desde lo contante y sonante, atiende a gobernadores e intendentes, defiende los subsidios y llena la administración pública de adherentes.

En fin, suma mística y si tiene que retroceder porque la realidad lo acomoda o porque las peleas internas por imponer estrategias o por ganar espacios de poder lo debilitan o bien porque la Justicia lo acorrala, la consigna es que no se note. Sin embargo, saca las uñas cuando le aparece un “enemigo” y, como se ha visto, se le anima hasta al Papa.

Está más que claro que la estrategia oficial de estas horas pasa de modo predominante por no perder espacios o por hacer una jugada preparatoria que ayude a la reconquista del poder más adelante.

El pueblo solo y a la deriva

Por sus impensadas derivaciones, el caso Amado Boudou, lo tiene especialmente contra las cuerdas. Más allá de la hoy inevitable conclusión del error de la presidente en la elección, hay un elemento de pura lógica que deja pegado políticamente al matrimonio Kirchner con el episodio: nadie en el gobierno, ni ahora ni mucho menos antes, suele mover una hoja sin la autorización desde Olivos. Si Néstor fue el promotor del copamiento de Ciccone para oponérselo a la expansión de la empresa Boldt hay un problema de Estado y si Boudou lo continuó para sí, entonces el vicepresidente tiene una contrariedad adicional, ya no sólo con la Justicia, sino puertas adentro del gobierno. Todos estos esfuerzos gubernamentales que se juegan en el tablero de la política, suceden en definitiva en un mundo alejado de los problemas de la ciudadanía donde manda la inseguridad no resuelta y donde hay pobreza, droga y violencia que no paran de crecer, mientras la gestión de la economía está en terapia intensiva.

En medio de todas estas tribulaciones, la macroeconomía está más que complicada no tanto por los indicadores objetivos que la atenazan, sino porque los remedios que quiere seguir inyectándole el equipo económico poco tienen que ver con la enfermedad. El diagnóstico es que con la inflación algo más acotada, cuando ingresen dólares a las reservas todo tenderá a la calma y entonces habrá más tranquilidad para bajar las tasas y terminar con el ciclo de estancamiento.

De allí que, tirando por la borda todos los discursos sobre progresismo, se estén buscando atajos para arreglar con el Club de París y, aunque se declame que será sin el Fondo Monetario como auditor, este proceso llevará su tiempo, sin contar el caso de los holdouts en los Estados Unidos o aún el mismo FMI que en junio estará revisando las estadísticas o los rezos por los dólares de Vaca Muerta. Si se consigue, aunque sea una parte, será en todo caso para terminar el ciclo kirchnerista de pie, que es lo que parece estar buscando políticamente el gobierno, pero nada más.

En general, todo este doble juego perverso del oficialismo (“para qué ahora, si nos vamos”) y de la oposición (“para qué ahora, si cuanto peor, mejor”) tiene presa a la mayor parte de la sociedad, que le pone sus fichas a Marcelo Tinelli o comienza a pensar, para alegría de Jorge Capitanich, cada vez más en el Mundial.

Un gobierno que sólo suma mística y si tiene que retroceder porque la realidad lo acomoda o porque las peleas internas por imponer estrategias o por ganar espacios de poder lo debilitan o bien porque la Justicia lo acorrala, la consigna es que no se note.



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