Fue modelo internacional, desfiló para las grandes firmas de la moda, participó de numerosos comerciales y conoció de cerca a las estrellas del espectáculo. Hoy, instalado en su casa-atelier a metros de la laguna, dedica su vida a su otra gran pasión: pintar.
TEXTO. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. FLAVIO RAINA Y GENTILEZA CARLOS BERRÓN.
Carlos Berrón dedica su vida a pintar, instalado en su casa-atelier, rodeado de naturaleza, a orillas de la laguna. Sus días pasan ahora entre creación y creación, pero su vida conoce de otros ambientes, quizá más sofisticados, como modelo.
Entre pasarelas y estudios de publicidad, recorrió el mundo y conoció a más de una celebridad. Trabajó para la edición mexicana de la revista Vogue y fue convocado por grandes marcas de la industria como Givenchy, Christian Dior, Pierre Cardín y Oscar de la Renta.
“Viví alrededor de 12 años en México -relata a Nosotros- tengo más amigos allá que acá. Eso me marcó hasta en mi pintura, en lo que hago. Trabajé principalmente en el D.F. También estuve en España, durante un año y tanto en Madrid; una muy linda experiencia. Todo empezó con un casting en México en el que buscaban un modelo y me eligieron a mi, entre un montón”.
MÉXICO
Carlos nació en Santa Fe, trabajaba en la Empresa Provincial de la Energía (EPE), pero luego de varios años en los que se hizo de un buen pasar, decidió renunciar y se dijo que quería conocer un poco del mundo. En ese momento tenía 30 años. Algunas amistades en México terminaron de definir el primer destino de la aventura: Distrito Federal.
“Iba a ir a España, donde tengo parientes -recuerda- pero un amigo me invitó a México. Pensaba estar un mes y me quedé seis. Fui a ver qué pasaba, no tenía grandes metas ni planeaba llegar demasiado lejos. Quería pasear, conocer lo que me gustaba. Soy curioso por naturaleza, quería descubrir las ciudades, las personas, el mundo”.
Instalado en D.F. decidió presentarse en un casting para una publicidad de sopas Knor Camarón, para la que fue seleccionado. Resultó que el comercial era muy importante, implicó tres días de filmación en Mazatlan. Recuerda que lo trataron “excelentemente”, que pararon en el mejor hotel del lugar porque las grandes compañías no escatimaban en gastos. “Ahora no se si es tan así”, duda.
UN MUNDILLO EXTRAÑO
Después llegaron otras campañas, prensa para Liverpool, una compañía muy importante del país y distintos comerciales, uno con Christian Bach. Tuvo la posibilidad de conocer y trabajar con artistas destacados en el ambiente nacional e internacional como Eydie Gorme con quien hizo un vídeo, o Ricky Martin a quien conoció cuando desembarcó en México a los 19 años, al inicio de su carrera. “Me movía en un mundillo extraño en el que uno conoce gente del espectáculo y del canto. Era muy agradable”, rememora.
“Cuando uno está en esta profesión -explica- sabe que tiene que ir a muchos casting. También tiene que saber a cuáles ir y a cuáles no. Yo, por ejemplo, no iba cuando se pedía algún modelo cómico o gracioso, no era mi perfil. Estaba más bien sectorizado para hacer publicidades de whisky o champagne. Uno termina convirtiéndose en un actor para una foto, lo mismo para un desfile cuando se está frente al público, es realmente emocionante; entiendo cómo debe sentirse quien actúa en el teatro”.
Carlos también trabajó en televisión, hizo participaciones en alguna novela, pero este mundo “muy cerrado y de mucha competencia” no le atrajo demasiado. Cuenta sin embargo, que tiene amigos entrañables que fueron modelos y ahora son primeros actores en México.
PASARELA
Luego de su extendida estadía en México, Carlos viajó a España y comenzó a trabajar en Madrid. Cuando llegó, le dijeron que caminaba bien y que lo iban a hacer modelar en un desfile. Berrón recuerda: “Resultó que no era un desfile cualquiera, sino que era para Givenchy París. Incluso estaba la hija de Lola Flores desfilando también. Fue muy interesante. En ese momento uno no se da cuenta de las cosas, pero después me enteré de que había 200 modelos esperando participar de ese desfile y solo 10 lo logramos. Fue ahí que me animé a caminar en pasarela, yo no quería porque me cohibía el público. Al principio me dio pánico escénico, pero después ya me sentí en mi salsa, estuve tranquilo, hice todo perfecto y me felicitaron. Recuerdo que como no sabía desfilar, tenía que hacer espejo con otro modelo que estaba en la pasarela. Así aprendí, soy autodidacta, nunca estudié”.
Es España se quedó por un año y medio. Allí trabajó como modelo a tiempo completo y en todos los rubros: pasarela, fotografía, comerciales de televisión. Incluso actuó en algunas películas, como actor de reparto.
EXPERIENCIAS
Luego de pasar un tiempo en España, Carlos volvió a la Argentina, donde se quedó un año. “Todavía estaban los militares y la verdad es que no me gustó mucho, así que me fuí de nuevo. ¿Adónde? A México otra vez”.
Ahí comenzó para este modelo una etapa en la que se dedicó más intensamente a su carrera. “A esta profesión -aclara- hay que dedicarle tiempo. Tenés que visitar gente conocer a los clientes, ir a casting, dejar fotos, estar listo para todos los desfiles que surjan. Este trabajo requiere mantener siempre la talla adecuada porque muchas veces la ropa venía de Europa y no podías conseguir ropa más chica o más grande. Los casting para las grandes marcas son muy exigentes; no eligen a cualquiera, se escogía entre 4000 modelos”.
Entre las experiencias que el modelaje le presentó a Carlos está la de trabajar para la edición mexicana de Vogue por muchos años, aún hoy hace algunos trabajos para la revista. Además, desfiló para las mejores marcas. Abría y cerraba los desfiles de Pierre Cardín, y participó también de desfiles de Oscar de la Renta. También realizó campañas para Christian Dior.
“Gracias a este trabajo -reconoce Berrón- conocí casi todo México, de otra forma no hubiera podido. Fui a las mejores playas y los mejores hoteles. Es una vida maravillosa y encima te pagan”.
VIDA CREATIVA
“Mis primeras pinturas -explica Carlos Berrón- son bastante fuertes, porque son producto de vivir en el Distrito Federal, una ciudad muy fuerte. De pronto, si alguien repasa mis obras, va a ver sacrificios humanos, lagartijas, que son mágicas para los mexicanos, la Virgen de Guadalupe en dos versiones muy modernas y pop. Son todos trabajos muy urbanos, hay lanzafuegos, que allá se encuentran en las esquinas. D.F. es una ciudad que está muy viva, hay mucha actividad, el arte está muy promocionado; en los museos más importantes como el de Bellas Artes o el Antropológico, hay muestras permanentes de artistas del país: Frida Kahlo o Diego Rivera. Pero también exposiciones que llegan de Europa; he visto desde sarcófagos egipcios hasta obras de El Greco. La verdad es que es una ciudad muy cosmopolita en ese aspecto”.
Carlos cuenta que, en ese marco cultural, recibió buenas críticas de sus obras, lo que lo llenó de satisfacción: “Destacarme ahí me hizo sentir muy bien. Recibí elogios de los críticos, a Paloma San Basilio le gustaban mis obras: hasta hay un cuadro mío en uno de sus vídeos”.
Hoy Carlos Berrón está instalado a metros de la laguna, en su Santa Fe natal, aunque nunca pierde la oportunidad de viajar e instalarse por un tiempo en México. Con el tiempo, sus trabajos fueron variando, pasando por diferentes etapas. “Ahora me dicen que lo que pinto trasmite mucha paz, pienso que eso es algo muy bueno”, reflexiona. Él asegura que esta transformación continuará porque piensa seguir experimentando, siempre guiado por su curiosidad, la misma que lo impulsó hace muchos años a recorrer el mundo, la que lo ha llevado a una vida de creatividad, que espera no perder nunca.