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Un llamado por la infancia desde el otro lado del mundo

Un llamado por la infancia desde el otro lado del mundo
 

El 15 de marzo se cumplieron tres años del inicio de la guerra civil en Siria, un conflicto que ya segó la vida de 11.000 niños y niñas. Organismos internacionales hacen un llamado mundial para poner la atención sobre un país que se desangra y corre el riesgo de perder a toda una generación.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. EFE.

A veces, desde la distancia y en la comodidad de nuestros hogares, resulta muy complejo comprender algunas situaciones que se viven actualmente en el mundo. Tal es el caso del conflicto en Siria, una guerra civil que lleva más de tres años y que en ellos ya ha tomado la vida de cientos de miles de personas.

A modo de síntesis, hablamos de un país aislado internacionalmente cuyo presidente, Bashar Al Assad, es cuestionado por gran parte de su población que día a día protesta en las calles y se expone a serias represalias por parte del gobierno. En la otra vereda se encuentran los rebeldes y los opositores, un bloque heterogéneo formado por activistas de derechos humanos, islamistas moderados y nacionalistas, que han adoptado la antigua bandera de la República Siria, anterior al partido único encabezado por la familia Assad.

Y en el medio, miles de inocentes.

Para ponerle una fecha de inicio del conflicto, puede decirse que todo comenzó el 15 de marzo de 2011 cuando, en el marco de varias convocatorias sociales pidiendo un cambio en el régimen sirio, los familiares de unos menores de edad detenidos por realizar una pintada reivindicativa reclamaron en Deraa, que se convirtió entonces en epicentro de las manifestaciones.

A partir de allí, el horror se desencadenó casi de inmediato. Las protestas se profundizaron y Asad imputó a los manifestantes, echando mano de la varias veces utilizada teoría de la conspiración en busca de un derrocamiento. Y lejos de calmar los ánimos, Assad terminó de desatar uno de los conflictos más despiadados del nuevo siglo.

En medio de los brutales enfrentamientos armados, miles de personas se vieron obligadas a huir de sus propias casas, sacar a los chicos de sus colegios objetivos usuales de bombardeos-, dejar atrás a sus seres queridos y cruzar las fronteras en busca de seguridad para sus familias.

A esta seguridad la encontraron en los campos de refugiados montados en países limítrofes. Y si bien algunos se destacan por la falta de condiciones adecuadas, cierto es que pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte de muchos civiles.

Allí, en estas comunidades formadas por infinitas filas de carpas, miles de familias sobreviven con lo justo. La mayoría huyó con lo puesto, o vendió lo poco que tenía para salir del país y conseguir algo que darle de comer a sus niños.

Hoy sufren el destierro forzado tanto como las duras condiciones climáticas de la zona. Se preguntan cómo sobrevivir el día, si sus chicos podrán volver a encontrarse con sus compañeros en el colegio, si serán capaces de burlar las numerosas enfermedades e infecciones que genera la vida en el campo...

Y mientras que la preocupación pasa por cuidar sus carpitas de los robos, que suelen ocurrir en estos improvisados asentamientos, esperan... Esperan que la violencia entre sus compatriotas concluya, y volver algún día a sus hogares, a su normalidad; reconstruir sus casas y sus vidas. BRINDANDO PROTECCIÓN

AL SEMEJANTE

Aún cuando las condiciones de los campamentos pueden no ser las mejores, esta precaria situación llegó a ser peor.

Fue recién tras la Segunda Guerra Mundial, que los estados miembros de la ONU redactaron la Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados, que dio un marco formal a la situación de miles de personas desplazadas, consolidando para ellos un sistema internacional de protección.

Según dicha Convención, un refugiado es una persona que “debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores no quiera regresar a él”.

En el caso de los refugiados, su país de origen demuestra ser incapaz o no estar dispuesto a proteger a estos ciudadanos.

Es en este marco que la ONU y más específicamente el ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados) han recibido el mandato de asegurar que estas personas sean guarecidas en el país de asilo, asistiendo a los gobiernos en la medida de lo posible a cumplir con esta tarea.

Cabe aclarar que el ACNUR no es una organización supranacional. Por tanto, no puede sustituir la protección inmanente de un Estado. Su papel principal es asegurar que los Estados están al tanto de sus obligaciones para con los refugiados y solicitantes de asilo, y acaten dichas obligaciones.

Entre los deberes de los Estados se encuentra justamente levantar los campos que servirán de asentamiento y asegurarles a los refugiados las condiciones mínimas indispensables de vida, que incluyen tanto los servicios de higiene y salud, como también la libertad de pensamiento, de movimiento, y el derecho al respeto como persona.

LOS QUE MÁS AYUDAN, LOS QUE MENOS TIENEN

Paradójicamente, no son los países más ricos y con más posibilidades los que acogen al volumen más importante de refugiados de todo el mundo, sino los que están en vías de desarrollo, especialmente los más pobres de Asia y África. De hecho, según el último informe del ACNUR, cuatro de cada cinco de estas personas han sido recibidas por países en vías de desarrollo.

En este sentido, la predisposición latinoamericana ha sido destacada durante las jornadas organizadas con motivo del 30º aniversario de la Declaración de Cartagena sobre los Refugiados, el pasado 18 de marzo.

Allí, la subsecretaria de política exterior de la Cancillería argentina, María del Carmen Squeff (flamante embajadora argentina en Francia), resaltó que “si bien el continente americano tiene una larga tradición en asilo, la protección de los refugiados necesita ser siempre revitalizada”.

Según la funcionaria santafesina, en la próxima década la región deberá buscar soluciones que permitan el “acceso a un procedimiento justo y eficiente de determinación de la condición de refugiado, el acceso a oportunidades, el acceso de integrarse en el país de asilo y el acceso a soluciones duraderas”.

Por su parte, Eva Demant, jefa de ACNUR Argentina, subrayó que “en América Latina se están dando una serie de muy buenas prácticas que ACNUR considera como ejemplo globales y esperamos que también se puedan replicar en otras partes del mundo”.

* * *

Es cierto. No por falta de voluntad, sino por las limitaciones propias impuestas por la distancia en la que ocurren estos conflictos armados, es muy difícil comprender la realidad en la que hoy mismo viven cientos de miles de personas arrancadas a la fuerza de sus casas.

Pero también es indiscutible que existe una esencia común a los seres humanos, que hace que logremos sentir empatía por todos y cada uno de ellos.

Y es imposible no hacer algo al respecto cuando uno comprende que en este mismo momento, del otro lado del mundo, hay una persona de nuestra misma edad, con familias como las nuestras, que tras estudiar mucho obtuvo ese trabajo tan deseado y una acogedora casa, y tuvo que dejar todo ello detrás solamente porque desde un escritorio alguien decidió que ya no serían ciudadanos sino meros daños colaterales.

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UN LLAMADO UNIVERSAL

A comienzos de este año, la ONU lanzó un masivo llamamiento humanitario para ayudar a las miles de familias que hoy viven en campos de refugiados por el conflicto sirio y que están sufriendo por las gélidas temperaturas en la zona.

El ACNUR está sobre el terreno proporcionando ayuda urgente a millones de personas, distribuyendo estufas y combustible para la calefacción, aislantes para las carpas, cobijas y mantas, colchones y botas impermeables. A eso se suma la asistencia siempre necesaria en cuanto a alimentos y medicamentos se refiere.

Toda colaboración en este momento es vital. Por ello el ACNUR recibe a través de su página web (www.acnur.org) donaciones destinadas a salvar las vidas de los refugiados que están necesitando apoyo desesperadamente.

EN EL PAÍS

En la Argentina también funciona la Comisión Nacional para los Refugiados (CONARE), que es un órgano de composición interministerial creado por ley 26.165 en el ámbito del Ministerio del Interior. Está conformada por representantes del Ministerio del Interior; del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto; del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos; del Ministerio de Desarrollo Social, y un representante del INADI. A su vez, el ACNUR y una organización no gubernamental participan de la misma con voz, pero sin voto.

Un llamado por la infancia desde el otro lado del mundo

En comunidades formadas por infinitas filas de carpas, miles de familias refugiadas sobreviven con lo justo.

“ES HORA DE DECIR BASTA”

La situación en Siria es tan tremenda que este año cinco organizaciones internacionales advirtieron del peligro de que se pierda toda una generación, luego de que el conflicto que ya lleva tres años ha devastado las vidas de millones de niños y jóvenes.

En un comunicado, el Fondo de la ONU para la Infancia (INICEF), la Organización de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Mercy Corps, Save the Children y World Vision Internacional llamaron la atención al mundo sobre el impacto de la guerra en más de cinco millones de menores de edad.

En este marco, responsables de estas organizaciones realizaron una visita al Líbano, donde recorrieron los campos de refugiados sirios, especialmente aquellos en los cuales las condiciones de vida son más crudas.

El director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake, señaló en dicha oportunidad que “durante tres años terribles, millones de niños inocentes han vivido una infancia que nadie debería sufrir. Los niños de Siria no pueden ni deben sufrir otro año más de horror, ya que la violencia y la crueldad han marcado sus vidas durante tres largos años”.

Según el alto comisario de la ONU para los Refugiados, António Guterres, “los sirios representan el mayor grupo de personas desplazadas forzosamente de todo el mundo, y hay más niños sirios desarraigados que en cualquier otro país”.

Destacó que esos menores necesitan “y merecen” ser protegidos y recibir atención médica y educación.

Dentro de Siria, el conflicto ha destruido infraestructuras básicas: el 60% de los centros de salud han sido destruidos y un tercio de las plantas de tratamiento de agua resultaron destrozadas.

Las tasas de vacunación se han desplomado, lo que ha causado la reaparición de enfermedades como la poliomielitis.

Casi 3 millones de niños no acuden a clase de manera regular, ya que una quinta parte de las escuelas de Siria han sido destruidas, han sufrido daños o son usadas para fines militares.

En opinión de Lake, “si el mundo pudiera dar marcha atrás en el tiempo dos años o más, y hubiera sabido la devastación ocasionada por el conflicto, sin duda habría hecho más para acabar con esto”.

Los representantes de los organismos internacionales también exigieron más fondos para ayudar a los menores con su educación y desarrollo y para a superar las heridas físicas y emocionales causadas por la contienda.

El lado más doloroso de estas heridas pudo comprobarse hace pocos días, cuando se dieron a conocer algunos de los dibujos que realizaron los chicos dentro de los campos de refugiados en los que viven.

El proyecto, llamado “Luz contra la oscuridad” fue promovido por la ONG Najda Lebanon International y les brindó la posibilidad a los chicos de expresar su realidad a través de sus dibujos: familiares muertos, soldados disparando a inocentes, y destrucción (http://www.bbc.co.uk/mundo/video_fotos/2014/03/140311_galeria_fotos_arte_ninos_siria_re.shtml).

Por otro lado, Unicef también llamó la atención sobre los niveles de malnutrición entre los chicos, un “riesgo silencioso y latente” que se puede agravar debido a la subida de los precios de los alimentos y el aumento de la inseguridad alimentaria provocada por la llegada de nuevos refugiados en condiciones de salud cada vez peores.

Lo que se sabe a ciencia cierta es que más de 11.000 niños han muerto, y cientos de ellos han sido víctimas de francotiradores o asesinados selectivamente: siete de cada 10 murieron por explosivos y uno de cada cuatro por balas.

“Imagínense cómo será el panorama dentro de un año teniendo en cuenta que el costo humano sigue aumentando. Es hora de decir basta”, sentenció al analizar todos estos datos Anthony Lake.

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EN CIFRAS

- Según la ONU, más de 2,3 millones de refugiados sirios ya huyeron hacia Líbano, Jordania, Turquía, Irak y el norte de África desde el comienzo del conflicto en la región, y miles más cruzan las fronteras a diario, en uno de los mayores éxodos de refugiados de la historia reciente.

- Alrededor de la mitad son niños, y tres cuartas partes son menores de 11 años.

- Otras 4,25 millones de personas se encuentran bajo la categoría de desplazados internos dentro del país.

- El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU distribuye comida a tres millones de personas al mes.

- La guerra en Siria ha causado la muerte de unas 100.000 personas. De ellas, más de 11.000 eran niños. La mayoría murió en ataques perpetrados en sus barrios o en sus escuelas.

- Algunos estudios aseguran que más de 1.000 niños fueron muertos deliberadamente en ejecuciones masivas, y que al menos 100 de ellos -algunos de un año- fueron torturados hasta la muerte.

- Otro informe titulado “Futuros Robados: la Cifra Oculta de las Víctimas Infantiles en Siria” llevado adelante por el Grupo de Investigación de Oxford, examina datos desde el comienzo del conflicto en marzo 2011 a agosto de 2013. Indica que de las 11.420 víctimas de menores de 17 años, 389 murieron por fuego de francotiradores; unos 764 fueron ejecutados de forma sumaria y más de 100, que incluían infantes, fueron torturados. El documento muestra que ha habido más niños que niñas entre los muertos, con una proporción de dos a uno. Los niños de entre 13 y 17 fueron en mayor porcentaje víctimas de asesinatos selectivos.

- El número más alto de muertes infantiles ocurrió en la provincia de Alepo, donde se informó de 2.223 menores muertos. Las cifras podrían ser más altas ya que el informe sólo considera las muertes de víctimas que han sido nombradas y sólo los casos donde la causa de muerte pudo ser identificada. Y los investigadores subrayan que las cifras están incompletas ya que fue imposible tener acceso a algunas áreas del país.

- Según Unicef, hay más de cinco millones y medio de menores refugiados en todo el mundo por causa de las guerras.



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