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llegan cartas

El juego por dinero

Juan José Sagardía

DNI 6.554.695

Después de muchos años de ver ante nuestros ojos las casas de juego, descubrimos su importancia (bingos, casinos y similares) como fuente de ingresos para los gobiernos nacionales y provinciales.

Generalmente el dinero de las casas de juego proviene de la gente trabajadora. Sin subestimar a nadie, hasta podemos decir económicamente pobre, aunque entre los jugadores hay de todas las clases sociales. Son personas que creen que pueden dar el batacazo de su vida y siempre terminan un poco más hundidas en el fango de las ilusiones truncas.

De las utilidades de las casas de juego, una parte muy ínfima les llega a los señores gobernadores, que públicamente manifiestan que así pueden pagar los sueldos de los empleados públicos y docentes.

Cabe preguntarse cómo se pueden determinar los ingresos o ventas de cada organización del juego; cómo se pueden controlar dado que, por cada jugada que uno hace, pone efectivo y recibe fichas o directamente queda habilitado para jugar en los tragamonedas; y dónde está la contrapartida de una factura como exige la Afip por cada compra que uno hace.

Este procedimiento no estará en contra de las disposiciones de la rígida Afip, de la cual tantos condicionamientos recibimos a diario. ¿Cómo hace la Afip para determinar el Impuesto a las Ganancias, el IVA que deberán pagar las sociedades involucradas, si no hay comprobantes, o solamente se toma como veraz una declaración jurada de buena fe? ¿O es que no pagan impuestos?

También las provincias con el impuesto a los Ingresos Brutos y las Municipalidades con el Impuesto de Registro e Inspección, ¿en base a qué cálculo determinan el monto a pagar de dichos impuestos? ¿Estos organismos cómo controlan o no controlan?

En conclusión: los dueños de las casas de juegos, que son sociedades anónimas, no pueden demostrar fehacientemente sus ingresos, pero seguro que sí los gastos. Cuando los jugadores pagan con dólares, ¿estas empresas se los venderán al Estado a precio oficial o harán otro manejo?

Si se permite el juego sin control fiscal y sin saber fehacientemente quiénes son los miembros de las sociedades, todas con nombres de fantasía, ¿qué podemos decir los simples ciudadanos que cumplimos con nuestras obligaciones impositivas, los asalariados, jubilados, productores del campo y empresarios que pagamos Impuesto a las Ganancias? ¡Qué desprotegidos estamos!

Si al juego le sumamos el alcohol o la droga y la inseguridad, realmente se entiende el combo de la destrucción de esta sociedad. Y de esto no podemos echarle la culpa al mundo; en esto son responsables los que circunstancialmente nos gobiernan, aclarando además que esta culpa no pertenece sólo a los actuales gobernantes, ya que esto tiene más de treinta años.

¿La Afip controlará a las casas de juego, tal como nos controla a cada ciudadano? Es una simple pregunta.



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