De “El arte de la fuga y el silencio”
Por Diego E. Suárez
Silencio
Mi arte radica en pasar el tiempo y el destiempo juntando y reciclando lo que se le cae al silencio.
Fuga
el reloj está de espaldas y el perfume permanece en su envase// lo que se pierde se pierde y basta// lo que regresa regresa y listo// caída mujer en mí que ojalá yo fuera en ella caído como ella es en mí// el papel muerde las letras del cuento sobre un ángel ebrio// la libertad es una bicicleta que anda sin cadena//
Fuga
abrís la ventana para no sofocarte con tanto humo de recuerdos; la brisa te refresca la mirada y borra la sal de tus mejillas; revolvés el cofre que llevás en tu comisura y liberás todo lo que ahora creés innecesario (huellas digitales de una vieja caricia, pH de besos perdidos, latido sobresaltado, latido feliz, algo de todo); cerrás tu cofre; mirás en el cajón de la mesita de luz y encontrás un encendedor y un sahumerio; encedés la varita, la dejás cerca y te zambullís en la cama; haciendo plancha mirás el cielo raso; cinema; el silencio pasea por una vereda con primavera; humo; el silencio es dos manos que se encuentran para apretarse; el humo entra por tus orejas y te nubla la vista; basta; este río de agua salada no desemboca en ningún mar; salís de la cama; corrés las cortinas y abrís la ventana para no sofocarte con tanto humo de recuerdos;
Fuga
Ves en el mismo lugar el jarrón celeste, te le acercás con mucho más odio, sacás las flores que aún gotean su sed, derramás el agua mojando la alfombra que no tenemos, levantás el jarrón bien alto, lo arrojás contra la pared con todas tus fuerzas, oís su grito al hacerse añicos, traés la escoba, juntás los pedazos mojados que cantan su réquiem al entrar en la bolsa, abrís la puerta, bajás tres escalones, te chupás el dedo que sangra, cruzás la calle, dejás la bolsa al pie del árbol de enfrente, al regresar mirás a los costados, desconfiada, subís los tres escalones, entrás en la casa, cerrás la puerta, y ves en el mismo lugar el jarrón celeste.