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Grand Central  de Nueva York, un siglo de historia

Imagen de la fachada principal de la estación neoyorquina con los carteles que anuncian su centenario, ante uno de los imponentes rascacielos de la ciudad de Nueva York.

Grand Central de Nueva York, un siglo de historia

La estación ferroviaria de Grand Central, edificio simbólico de Nueva York, cumple cien años. Clave en la ciudad por su valor arquitectónico, turístico y como eje de transportes, recibe millones de visitantes cada año. También ha tenido un papel importante en películas y en el desarrollo de la época dorada de la metrópoli.

TEXTO. PILAR CANO. FOTOS. EFE REPORTAJES.

 

La emblemática estación de Grand Central, uno de los edificios más simbólicos de Nueva York, festeja su centenario este año después de haber estado a punto de ser derribada en los ‘60. Para celebrarlo, se organizó una larga serie de eventos que comenzó el 1º de febrero, para recordar la fecha en que, cien años atrás, los primeros pasajeros subieron a un tren.

Los actos tienen el objetivo de explicar el impacto de Grand Central en la ciudad de Nueva York y en la industria del transporte. Además, la estación cuenta con un nuevo logo que será también el de su centenario.

El logo es el icónico reloj que se encuentra en el salón principal de la estación. Las agujas del reloj marcan las 7.13 que es el equivalente, en horario militar, a las 19.13 y son un guiño más al centenario.

La nueva imagen pretende capturar la esencia de 100 años de historia no exenta de polémica y tumulto. Esta campaña pretende concienciar al público para que Grand Central cumpla cien años más.

De hecho, una de las invitadas es Caroline Kennedy, hija del presidente John Kennedy y de su esposa Jackie Kennedy-Onnasis. Jackie fue en su momento una de las personas que más se movilizó en contra de un plan para derribar Grand Central para construir un gran rascacielos, en una campaña que finalmente consiguió que la estación fuese un espacio histórico protegido por la ley.

A principios del siglo XX, la zona media de Manhattan no era el enjambre de rascacielos que es hoy en día, ni siquiera estaba urbanizada. Y Park Avenue no era la exclusiva avenida que es en la actualidad.

La concepción de Grand Central como una estación de trenes eléctricos, que no producen la contaminación del aire que genera el combustible usado en los trenes de vapor, permitió el desarrollo y la revalorización de esta zona de Nueva York.

UN MOTOR DE CRECIMIENTO

Grand Central auspició el crecimiento urbano en la zona media de Manhattan, y en sus proximidades se erigieron en las siguientes dos décadas varios edificios clave para la ciudad, como el rascacielos Chrysler o el hotel Waldorf Astoria.

El Bronx y los suburbios del norte también crecieron gracias a las posibilidades que ofrecía el transporte más fluido. Hoy, por la estación de ferrocarril y metro transitan 750.000 pasajeros, además de miles de turistas que acuden a fotografiar el espléndido edificio, especialmente las constelaciones del espectacular techo.

Además del tráfico de trenes, la estación de metro situada en Grand Central es la más ajetreada de la enorme red neoyorquina. La iniciativa del proyecto vino del ingeniero William J. Wilgus y de Cornelius Vanderbilt, uno de los industriales estadounidenses del ferrocarril más importantes de la época y propietario del terreno.

Wilgus convenció a los directores de la antigua estación de las ventajas económicas de demoler el edificio y construir uno nuevo para trenes eléctricos. Sin embargo, el resultado final de Grand Central difirió de lo que Wilgus había imaginado.

Finalmente, dos estudios de arquitectura con conexiones políticas, Reed Stem y Warren & Wetmore, fueron designados para diseñar el edificio, que tendría grandes ventanales y un gran techo abovedado donde se pintarían las constelaciones del cielo.

En términos de funcionalidad la estación tampoco decepciona: para acceder a los andenes no hay que bajar escaleras ya que el acceso a estos es mediante rampas, lo cual facilita mucho los trayectos de personas mayores o inválidas o que cargan equipaje. El tráfico rodado no se ve interrumpido por la presencia de la estación que corta en dos Park Avenue gracias a un viaducto.

TOQUE ESTÉTICO DE INSPIRACIÓN FRANCESA

Aparte del crecimiento urbano que trajo consigo, Grand Central también dio a la ciudad un toque estético de inspiración francesa que se revela cuando se observa su fachada principal.

La escultura de estilo renacentista tallada por el artista francés Jules Alexis Coutan es una representación de Mercurio rodeado por Minerva y Hércules que simbolizan la rapidez, la esperanza y fortaleza. No hay que olvidar la rivalidad y admiración mutua entre París y Nueva York durante todo el siglo XX en términos culturales.

Además de ser escenario de muchas películas famosas, Grand Central se ha adaptado a los tiempos modernos y ha sucumbido a los cantos de la publicidad. Hay partes de la estación, como el Hall Vanderbilt, de 2.300 metros cuadrados, que pueden alquilarse para bodas a partir de un mínimo de 25.000 dólares.

Entre las empresas que se han asentado en su interior, destacan el conocido Oyster Bar situado bajo unas famosas bóvedas en el subsuelo, o la tienda que Apple (marca símbolo del diseño y la modernidad) tiene en el ala este. Mientras tanto, los viajeros se dirigen a sus destinos en la isla de Manhattan o fuera de ella de forma inexorable.

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El nuevo logo de la estación de Gran Central es el icónico reloj que se encuentra en el salón principal.



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