Nadie se puede quitar responsabilidades...
Todos lo perdieron
Ni los jugadores adentro ni el técnico afuera tuvieron en claro de qué manera se le debía jugar a Godoy Cruz. El partido tuvo un antes y un después, marcado por la tremenda falla de Raldes que desembocó en el primer gol de Godoy Cruz, el que anticipó el triste destino sabalero.
Ganas de llorar. Pierde con “Cebolla”. En el mano a mano de la mitad de la cancha, Hernán Bernardello es superado por José Luis Fernández. Esta vez, en Mendoza, ni siquiera el ex Newell’s y Almería de España pudo zafar del bajón generalizado en Colón. Anoche, no se salvó nadie. Foto: Gentileza Diario Los Andes de Mendoza
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Mendoza)
Fue el peor partido de la era Morant. Y fueron varios pasos atrás de los muchos hacia adelante que había dado el equipo desde que el nuevo técnico encontró resultados y ciertas seguridades defensivas que ayer se echaron por tierra con errores garrafales e impropios de jugadores con la experiencia de Raldes, por ejemplo o del propio Pellegrino. Colón fue apenas una sombra, un fantasma que recorrió durante los 90 minutos la amplia geografía del Malvinas Argentinas sin encontrar ningún tipo de respuestas.
Otra vez mal atrás, repitiendo viejos vicios que lo llevaron a ser el equipo con mayor cantidad de goles en contra de la temporada; impreciso y con poca claridad en el medio y equivocado arriba. Pero al partido no lo perdió solamente Raldes por su inentendible equivocación en la jugada del primer gol, ni el resto de la defensa que no jugó para nada bien, ni los de arriba que crearon poco y nada. Al partido lo perdieron todos, incluido un técnico que así como estuvo muy claro e inteligente en la búsqueda de esas respuestas que sacaron a Colón de una depresión profunda en la que había ingresado con Sensini, ayer no tuvo los mismos aciertos para planificar adecuadamente el partido.
Veamos:
— 1) ¿Por qué se empeña Morant en hacer jugar a Curuchet por izquierda? No hay explicación que llene, ni siquiera la de saber que este plantel tiene una desproporción evidente entre lo que puede generar por derecha que aquello que logra construir por izquierda. Está claro que Morant tira a Curuchet por izquierda para poder generar allí el mismo desequilibrio que en el otro costado, pero no es lo mismo. Curuchet necesita su perfil porque es un jugador cuyo desequilibrio se ejecuta por la raya, sin arrancar desde muy atrás y con la necesidad de que el balón le quede para su pierna apta a fin de evitar los frenos y enganches tan acostumbrados por parte de quienes juegan con la “cancha cambiada”. Pero no es lo único reprochable para Morant: cuando agarró el equipo lo trabajó sobre la base de lo que mejor funcionaba, que era la dupla Curuchet-Gigliotti. Hoy, esa dupla ha dejado de entenderse.
— 2) ¿Por qué Colón no consigue solidificar el sistema defensivo para que el equipo gane definitivamente en seguridad? Las actuaciones de Colón con Morant habían generado cierta dosis de confianza, pero el 3-0 en Mendoza apareció como lapidario. ¿Es razonable que dos jugadores de la talla y la experiencia de los centrales sabaleros puedan cometer errores tan garrafales?, seguramente que no. En todo caso, se dieron ayer pero se espera que en la generalidad de los casos no comentan las mismas fallas ni le generen, por exceso de confianza, un terrible dolor de cabeza al equipo.
— 3) ¿Qué se le pasó por la cabeza a Morant a la hora de los cambios? En primera instancia, sale a jugar el segundo tiempo con los mismos 11 aún cuando perdía 2-0 y había jugadores que ya estaban para salir. En segundo lugar, no cambia absolutamente nada (ni siquiera la posición de Curuchet) y la primera modificación de nombres es sacarlo para que entre Ramírez (dos “9” por adentro y poco desborde por afuera). Luego saca a Prediger para poner a Ricky Gómez, dejando a Urribarri en una desacostumbrada función de doble cinco. Sin embargo, apenas unos minutos después lo saca al lateral por izquierda para colocar a Mugni y terminar con tres atrás, con Graciani y Gómez jugando por afuera para meterle centros a los dos “9” y Mugni abanicando todo el frente de ataque arrancando a las espaldas de Gigliotti-Ramírez. En realidad, Morant no corrigió nada de lo que estaba haciendo, con muy poca eficacia, y terminó cayendo sin objeciones ante un rival que fue superior.
En ningún pasaje del partido a Colón le sentó bien el trámite. No salió a defenderse achicando espacios en terreno propio como lo había realizado en el Parque Independencia y en Avellaneda, pero tampoco fue claro para generar situaciones de peligro. Es cierto que no se metió atrás y que la postura, en teoría, fue un poco más ambiciosa que ante Newell’s y Racing, pero mientras en estos partidos supo llevar el trámite hacia el sector que más le convenía, esta vez faltaron esa claridad y esa identidad de juego que pudiese marcarle el camino para llegar con chances al arco de Ibáñez.
Morant fue también otro de los tantos responsables de una actuación fallida, sin luces, desteñida y que hizo retroceder en el tiempo y en el rendimiento a un equipo que había cambiado sustancialmente desde la renovación del técnico. Pagó muy caro sus propios errores, su falta de concentración defensiva, su retroceso futbolístico y las equivocaciones del entrenador.
El “Flaco”, artífice de la recuperación en los 13 puntos sobre 15 que había conseguido hasta ayer, debe entender que si un jugador anda bien o mal no sólo depende de él mismo (aunque coincidamos de que en gran medida es así) sino también del lugar y la función que le otorga el entrenador. Repito el concepto: Colón no perdió porque Curuchet jugó por izquierda y arrancando desde atrás. Pero con estos vaivenes, el técnico no hizo más que tocar y desarmar lo que mejor y más sólidamente se había formado como estructura de equipo.
Si la dupla Curuchet-Gigliotti funcionaba bien, ¿para qué cambiarla? Es una de las tantas preguntas que uno se hace después de las derrotas, de las incertidumbres y de los fantasmas del retroceso que rodearon a la actuación sabalera.
No anduvo bien Pellegrino... Una distracción antes del 0-3. Maxi Pellegrino, que arrancó de suplente el 2013 ante la llegada de Mauricio Romero, se había acomodado bien con el boliviano en la cueva. Pero ayer descarriló también. De un error de cálculo, generó el tiro de esquina previo al 3-0.
Foto: Gentileza Diario Los Andes de Mendoza
El dato
Preocupación
Mucho trabajo tuvo el secretario de Prensa y Relaciones Públicas de Colón, Pedro Eusebio, durante este viaje a Mendoza. El jueves a la noche fue uno de los oradores en la cena de la Peña sabalera en esta ciudad. Y ayer, además de coordinar el difícil regreso del plantel debido al paro de choferes, se preocupó porque las transmisiones radiales pudiesen llegar sin problemas a Santa Fe debido a problemas de algunas radios con las líneas telefónicas.