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Una conmovedora historia

M&T/Gentileza Guillermo Zúñiga-Guioteca

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El modelo DeLorean realmente existió y era un auto formidable. John Zachary De Lorean fue un visionario de la historia automotriz, comenzó su carrera en la fábrica de automóviles Packard como ingeniero mecánico, luego pasó por Studebacker para luego recalar en la poderosa General Motors en Estados Unidos.

John De Lorean pronto fue el artífice de lo que hoy conocemos por concepto de “Muscle Car” al crear el Pontiac GTO, destinado a un público joven, dotado de un gran y poderoso motor. Su brillantez era evidente, iba a la par con su ambición, lanzó una serie de modelos que en la actualidad recordamos como el Nova o el Firebird. De Lorean llegó a ser vicepresidente de GM con total éxito, pero sus sueños incompletos lo llevaron a iniciar su propia compañía.

DeLorean aprovechó los incentivos del gobierno de Irlanda del Norte para montar su compañía en esas tierras. Bajo el concepto de un automóvil de gran tecnología, refinado diseño, pero al alcance de todos, comenzó con DMC Motor Company, encargándole un diseño al italiano Giugiaro, de gran reputación. Para la ingeniería se contactó con Colin Chapman, ingeniero revolucionario en la Fórmula 1, quien introdujo la aerodinámica en los autos de competición. De Lorean escogió un motor V6 desarrollado por Renault-Peugeot-Volvo, que había sido usado ya en modelos como el Citroën XM.

El resultado fue un automóvil único. Su carrocería se realizó completamente en acero inoxidable, el que hasta la actualidad es el único en la historia con dicha característica. Se dice que DeLorean escogió las puertas tipo “alas de gaviota” para emular el diseño de las naves “X-Wing” de la “Guerra de las Galaxias”. Su perfil, completamente deportivo y un interior recubierto en cuero, componían el DMC-12, primer (y único) modelo de la compañía de John Z. De Lorean.

En Europa erogaba 200 CV de potencia, mientras que las normas de emisión en USA obligaron a los ingenieros a adoptar medidas que dejaron su potencia en unos 130 CV. La versión para Estados Unidos se calificó como decepcionante. Su chasis —derivado del Lotus Espirit—, era en forma de “X”, lo que le otorgaba rigidez y bajo peso al modelo, tecnología impensada en aquellos años, ya que se había avanzado a una estructura única llamada monocasco, a diferencia del DMC-12 que llevaba su carrocería independiente de su chasis.

El modelo es el único en la historia vendido sin algún recubrimiento sobre la carrocería, sólo 3 unidades fueron recubiertas con oro para un concurso de American Express. De Lorean se enfocó completamente en el auto, que no tuvo el éxito esperado y la compañía quebró en 1983 después de fabricar cerca de 9.000 unidades del DMC-12. El diseño único y futurista de este modelo lo hicieron la principal elección para participar en la película “Volver al Futuro”, y desde entonces el auto sólo es conocido como “DeLorean”. En aquella oportunidad, John agradeció a través de una carta la utilización del modelo para la película.

El final de la historia de la compañía no es del todo normal, ya que se dice que De Lorean se involucró en tráfico de drogas para lograr salvarla, por lo que el gobierno británico persiguió a John, clausuró su empresa y el resto de la década sería “un tornado” de problemas judiciales. La fábrica desapareció, aunque la marca revivió en los Estados Unidos de la mano de un restaurador de De Lorean, para reconstruir los DMC-12, fabricar nuevas piezas y mantener al universo de propietarios con los modelos aún vigentes en los caminos.



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