Un símbolo ferroviario en lenta degradación
La casa de Hume, hoy Museo Ferroviario y declarada Monumento Histórico provincial, necesita una urgente intervención para evitar un deterioro cada vez mayor. Foto: Mauricio Garín
Andrés Andreis (*)
Han transcurrido algo más de 17 años de reclamos constantes para que el actual Museo Ferroviario -ex Casa Hume- fuera puesto en valor. No hubo gobierno, tanto municipal como provincial, al que no le hayamos planteado la situación edilicia de este histórico solar. Concejales, intendentes diputados, senadores, funcionarios de alto nivel y políticos en general de diversas tendencias lo visitaron, y nos dejaron el reconocimiento por la labor que se realiza, así como el apoyo y la promesa de asistir a esta colosal construcción que data de 1889 y que se niega a sucumbir porque la gente del museo la sostiene, con perseverancia y sacrificio, con lo que tiene y con lo que no tiene.
Pero hasta el presente todas las promesas fueron a parar al mar del olvido. Si hubo cierta vez alguna ayuda material, no alcanzó para reparar techos y paredes. Ni tan siquiera pudimos lograr pequeñas refacciones en su frente o el cambio de una luminaria que permanece destruida en la entrada principal desde hace varios años. Los elementos que aún se hallan en condiciones en su interior, subsisten por la voluntad, la habilidad y la creatividad de sus componentes.
Al respecto quiero señalar que cada vez que la entidad abre sus puertas al público, requiere de nuestra presencia con un anticipo de dos horas para asearlo y mantenerlo decorosamente. El año pasado recibió alrededor de 1.600 alumnos de distintas escuelas y colegios a través de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la ciudad de Santa Fe, como así también a numerosos turistas nacionales y extranjeros. A esa tarea debe sumarse el importante caudal de requerimientos vinculados con la investigación ferroviaria por parte de distintos colegios y facultades.
Todo esto, que debiera ser compensado con un edificio digno, con su aureola de historia ferroviaria acorde a sus pergaminos, es alcanzado por la inacción y la indiferencia de aquellos que pudiendo hacer no hacen, o anteponen prioridades. Alguna vez sus hijos les reclamarán el legado ferroviario que no supieron o no quisieron preservar en sus tiempos de funcionarios públicos.
Si todos estuvimos de acuerdo en la restauración de la Estación Belgrano y de La Redonda, ¿por qué no se adoptó el mismo criterio con la Casa Hume (hoy Museo) que guarda un alto contenido patrimonial en archivos, documentación, fotografías y cuadros, planimetría, elementos de tracción, material remolcado, herramientas, maquinarias de diversos usos, comunicación y Vía y Obras, mobiliario de estilo, rescatado y recuperado, con una cantidad de objetos vinculados con las estaciones y vía libre? En los últimos años se incorporaron maquetas y se remodeló la sección ferromodelismo, además de dictar charlas y conferencias didácticas y de actualidad. Esta sola enumeración de los hechos debiera animar al pronto recupero del edificio que cobija al Museo Ferroviario.
Basta de indolencia
Nos indigna y nos apena cuando pensamos la cantidad de gente valiosa que dejó en el camino nuestro museo. Cuántas luchas, cuántas ilusiones por crear una institución digna de la memoria ferroviaria. Algunos enfermaron, otros dejaron este mundo sin recibir la buena nueva de su restauración. Personalmente me cuesta en la actualidad ascender a través de esas centenarias escaleras a la planta alta y contemplar un paisaje desolador, con mampostería y cielorrasos derruidos y un silencio que solo rompen las palomas buscando refugio en los huecos. ¿Será posible que no se tome en cuenta la palabra autorizada de arquitectos, historiadores, investigadores, hombres de letras que analizaron y escribieron con profusión todo lo relacionado con la importancia histórica de la Casa Hume? No quiero dejar de mencionar a la prensa oral, escrita y televisiva, que siempre nos apoya y acompaña, a los cuales va nuestro reconocimiento por los muchos años en los que han mostrado el deterioro del Museo Ferroviario y de ese modo no han dado paso al olvido a que se nos quiere llevar. Les aconsejo amigos lectores ver El Litoral en su página editorial del 12/12/12, donde entre otros párrafos dice: ‘La demanda de las autoridades del museo viene siendo una constante desde hace mucho tiempo y el pedido al gobierno de turno para que resuelva la situación, se reitera en cada aniversario, cuando la institución vuelve a hacerse visible para los medios’.
El 1º de Enero de 1885 el Ferrocarril de Santa Fe a Las Colonias inaugura el tramo Santa Fe a Esperanza, para continuar en sucesivas etapas a Rafaela, San Cristóbal y todas las colonias del oeste en su primera etapa fundacional, para extender luego todas sus redes a todo lo largo y ancho de la provincia trasponiendo fronteras interprovinciales. Estos acontecimientos nos eximen de mayores comentarios, teniendo en cuenta que en el hoy Museo Ferroviario se gestó la primera línea santafesina de ferrocarriles creada y diseñada por los hermanos Washington y Alejandro Hume.
Las vacaciones son aptas para el descanso y también para la reflexión, nuestros representantes en los poderes del Estado tienen la decisión de borrar o no la memoria ferroviaria. Que se tenga por lo menos el respeto por aquellos que en los momentos más difíciles de la destrucción del patrimonio ferroviario pusieron el pecho para salvarlo, solos en medio de la nada, corriendo riesgos sus vidas ante la indiferencia de una buena parte de la sociedad, que recién ahora tibiamente va reconociendo el valor de todo lo que perdimos, ante la indiferencia oficial de los que ostentaban el poder, permitiendo el libre albedrío para hacer negociados en materia de valores incunables del ferrocarril. No buscamos premios, aunque algunos se los ganarían merecidamente, pero buscamos que dejen de ser ignoradas nuestras luchas interminables, nuestra entrega y desinterés. No existen méritos, porque parece que el tema ferroviario no pertenece a la cultura ciudadana. Ni tan siquiera disponemos a veces de dinero para viajes obligados por nuestras tareas específicas y, a duras penas, sostenemos la entidad legalmente con las cuotas societarias, algunos trabajos de investigación y los bonos de contribución de nuestros visitantes. Quiero agregar además que los que sostenemos el Museo Ferroviario somos un pequeñísimo grupo de jubilados del ferrocarril y jóvenes trabajadores de otras ramas laborales pero que sienten al ferrocarril como propio haciendo docencia sobre su futuro.
Basta de promesas vanas, basta de proclamar sin cumplir las reuniones de gabinete para tratar la situación del museo, actúen los poderes del Estado con la atención que el caso merece, antes que sea demasiado tarde.
(*) Secretario de Prensa del Museo Ferroviario Regional de Santa Fe