Editorial
Advertencias sobre la economía del país
Hace tiempo que en la Argentina las cifras oficiales dejaron de reflejar la realidad. Sin embargo, al gobierno no parece importarle demasiado este doble estándar: mientras por un lado se insiste en que la inflación es del 10% anual, por otro se homologan aumentos salariales del 25%. Y no es éste el único ejemplo de un esquema plagado de distorsiones y contradicciones.
En estos momentos de inflación galopante, de cepo cambiario, dólar paralelo, emisión monetaria, subsidios millonarios y costos ficticios de servicios públicos, comienza a tomar fuerza la inevitable sensación de que el actual escenario económico tiene los días contados pues, tarde o temprano, la realidad termina por imponerse.
La última experiencia traumática en este sentido se produjo sobre finales de los noventa, cuando el gobierno insistió en sostener una Convertibilidad agotada y la mayoría de los opositores no se atrevió a proponer cambio alguno en el esquema vigente. Una fantasía que terminó estallando por los aires, arrasando con la economía del país y con las vidas de millones de argentinos que vieron cómo sus ahorros de años se esfumaban de la noche a la mañana.
Desde hace pocos días, algunas voces comenzaron a transmitir señales de alerta frente a las distorsiones actuales de la economía. El primero fue el presidente de la Unión Industrial Argentina, José Ignacio de Mendiguren, quien trajo al presente un término que parecía sepultado en el país: habló de la posibilidad de un nuevo “Rodrigazo” provocado por el incesante incremento de los costos internos.
Pocas horas después, el dirigente optó por arrepentirse públicamente de sus dichos. Aclaró que la situación actual del país dista de ser comparable con la Argentina de mediados de los setenta.
Sin embargo, ya era tarde: el fantasma de la devaluación traumática ya estaba sobrevolando a la opinión pública. ¿Realmente se arrepintió De Mendiguren de sus dichos, o se trató de una manera elegante de llamar la atención de la dirigencia política?
Sólo él conoce la respuesta a esta pregunta. Pero lo cierto es que algunos funcionarios de gobierno que nunca se inmutaron frente a las denuncias de manipulación en las cifras del Indec, parecieron despertarse y se apresuraron a cruzar públicamente al dirigente industrial.
Roberto Lavagna, el exministro de Economía que cumplió un rol clave en la recuperación del país durante los primeros tiempos del kirchnerismo, decidió sumarse a la discusión: “Hay situaciones en las cuales las devaluaciones son inevitables porque ha habido un falseamiento previo de los datos”, disparó. Y advirtió que están agotados los márgenes de maniobra que el gobierno tenía en 2007, como el superávit fiscal y el superávit en las cuentas externas.
Mientras el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, habla de un dólar a 6 pesos a fin de año, la incertidumbre se multiplica.
Presagiar tempestades para el país puede resultar temerario. Sin embargo, no hay dudas de que las distorsiones económicas, el doble discurso y las mentiras, jamás podrán producir buenos resultados.