Los desafíos del cambio climático
Las variaciones en el clima llegaron para quedarse. Las fuertes sequías que asolaron el norte provincial durante los últimos años, las tormentas que golpean con una ferocidad inusitada en la región y las lluvias que se incrementan invariablemente en el centro y sur de la provincia, son una prueba irrefutable de que algo está cambiando.
En lo que va de diciembre cayeron sobre la ciudad alrededor de 220 mm, cuando el promedio histórico de precipitaciones para este mes es de 150 mm. Según Osvaldo Canciani, climatólogo y premio Nobel de la Paz 2007 por sus investigaciones sobre cambio climático, la Región Pampeana sufrirá durante los próximos años un incremento de lluvias que oscilará en un 15 por ciento. Y este fenómeno se verá interrumpido periódicamente por fuertes sequías.
Hasta ayer, en lo que va del 2012, Santa Fe acumuló 1.289,4 mm de lluvia, contra 1.195,4 que se midieron a lo largo de 2011. La brecha no es tan significativa porque este año el otoño y la primera parte del invierno fueron más secos, pero la situación cambió a partir de agosto, cuando comenzaron a sucederse fuertes tormentas.
Un reciente informe publicado por El Litoral con información suministrada por el Centro de Informaciones Meteorológicas (CIM) de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (Fich) de la UNL, revela que las precipitaciones de los últimos cinco meses casi duplican el promedio de lluvia en la ciudad para esta época del año. Las lluvias acumuladas entre principios de agosto y mediados de diciembre sumaron un total de 807 milímetros, cuando la media de precipitaciones para esta etapa del año es 457,9 mm.
La velocidad de los vientos registrados durante el pasado domingo sorprendieron, incluso, a los especialistas. Según explicó el climatólogo Norberto García (Fich), la ráfagas de hasta 180 kilómetros por hora medidas en el aeropuerto de Sauce Viejo, se asemejaron a los vientos de un huracán de baja intensidad. La diferencia fundamental radica en que, durante un huracán, los vientos se mantienen constantes durante mucho tiempo.
Las evidencias demuestran que resulta fundamental y urgente adaptar a la ciudad y a la región a la nueva realidad.
El cambio climático plantea la necesidad de repensar la planificación urbana, el tendido de cables -de electricidad, teléfono, televisión, etc.- y el mantenimiento de especies arbóreas.
Los mecanismos de alerta deberán ser más eficientes y la población en general tendrá que conocer los planes de contingencia en profundidad.
Se calcula que los últimos fenómenos climáticos representaron para el gobierno provincial una erogación imprevista de alrededor de 100 millones de pesos. Frente al nuevo contexto, los presupuestos anuales de gobierno -provinciales o municipales- deberán prever la existencia de fondos destinados a este tipo de contingencias.
Finalmente, resulta fundamental comenzar a pensar en la matriz productiva de la región para el mediano plazo.
En definitiva, se trata de prever y planificar para los tiempos que vienen. De lo contrario, si la imprevisión se impone, cada tormenta y cada fenómeno climático inesperado representará un duro golpe para todos.