El independentismo catalán y la unidad del reino de España
Los catalanes han renovado en estas últimas semanas sus tradicionales afanes independentistas. Los entendidos en el tema aseguran que finalmente no ocurrirá nada importante. Los catalanes salen a la calle impulsados por sus partidos porque han aprendido que ese es el camino más práctico para negociar con el gobierno nacional. También se dice que el jefe de la Generalitat, Artur Mas, fogonea estas movilizaciones por razones proselitistas.
Todas las maniobras, en estos casos, son posibles; pero lo que no se puede discutir es la progresión del problema catalán para el gobierno. No es nuevo, pero está en expansión y se torna cada vez más complejo. Cataluña, como se sabe, dispone de símbolos propios, idioma propio y aspira a disponer de moneda propia. Que constituye una nación es algo que ni el español más centralista desconoce. Lo que se discute, en cambio, son sus pulsiones independentistas; esto es, su eventual escisión de España para transformarse en un nuevo Estado nacional con personería política propia.
Sobre esta cuestión los españoles tienen distintas respuestas que derivan de sus respectivas tradiciones políticas. Por lo general, los socialistas prefirieron extender las libertades autonómicas regionales, mientras que la derecha tradicional tiende con fuerza a la centralización. En un solo punto socialistas y conservadores están de acuerdo, y es en la oposición a cualquier afán independentista. Lo que vale para Cataluña, vale para los vascos. En estos temas, la “España de todos los tiempos” se juega su integridad e identidad, porque una debilidad o una concesión imprudente en este terreno podría generar un efecto dominó que concluya con la disolución nacional.
Por su parte, los catalanes, y no sólo por razones folklóricas, reclaman más autonomía e incluso la independencia. Los empresarios de la región dicen que están “hartos de financiar con nuestros recursos a la España improductiva y parasitaria”. Lo que se disimulaba en tiempos de prosperidad, estalla con los efectos de la crisis.
Esta semana el presidente Mariano Rajoy se reunió con Artur Mas. Según se sabe las conversaciones fueron amables, pero no hubo ningún avance significativo. Por el contrario, concluida la reunión el presidente de la Generalitat convocó a una conferencia de prensa, en la que estuvo enmarcado por símbolos nacionales catalanes, en tanto brillaba por su ausencia la bandera española.
Por el momento, el gobierno de España no pierde la calma. Sabe que los astutos políticos y empresarios catalanes amenazan con la secesión cuando quieren que les rebajen las contribuciones o reclaman más recursos. Entre tanto, el gobierno de Rajoy ha advertido a los grupos económicos que operan en Cataluña sobre los perjuicios que les representaría avanzar con los reclamos secesionistas. Asimismo, no son pocos los políticos nacionales que recuerdan el artículo 155 de la Constitución nacional y las sanciones militares que prevé contra quienes atenten contra la unidad del país.