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Al margen de la crónica

Homenaje a Tim Burton

Las criaturas que habitan en la mente de Tim Burton, un cineasta de sensibilidad gótica que ha desplegado su universo de surrealismo en veinte películas confeccionadas durante tres décadas de carrera, se han instalado en la Cinemateca de París hasta el próximo 5 de agosto.

A través de 700 dibujos, muñecos o disfraces, el templo del cine en Francia recorre ampliamente la filmografía y la creación de Burton (Burbank, 1958), desde sus inicios adolescentes hasta el desarrollo de títulos como “Beetlejuice” (1988), “Ed Wood” (1994) o “Sweeney Todd” (2007), pasando por los años que estuvo en la factoría Disney.

“Creo que todo el mundo debería ser capaz de sacar su alegría, pena, luz, oscuridad... Es importante ser capaz de expresarse, de cualquier manera”, comentó el director al presentar la muestra en París, el único punto de Europa donde pueda disfrutarse de la exhibición, concebida en 2009 para el MoMa de Nueva York.

Para Burton -que vive en Londres junto con su compañera, la actriz Helena Bonham Carter y sus dos hijos- las ilustraciones son su forma de comunicarse y de “explorar el subconsciente”, dijo.

Dibujos en acuarela, a lápiz y bolígrafo, plasmados en lienzos, láminas o esbozados en servilletas y páginas de periódico se mezclan con las marionetas de resina o las máscaras utilizadas en sus películas para articular un espacio plagado de escondrijos tétricos y de devaneos infantiles.

Al adentrarse en la retrospectiva “Tim Burton. La exposición”, el visitante tiene la sensación de penetrar en un fantasioso laboratorio para asistir en primera línea del proceso creativo de uno de los artistas más singulares de Hollywood, un cineasta que ha logrado aunar su poética y mórbida idiosincrasia con un rotundo éxito comercial.

“Muchas cosas quizá empezaron con esos dibujos extraños, que quizá años después apliqué a películas o proyectos”, comentó el director, quien reconoció que el dibujo es una buena forma de mantenerse ocupado que le evita “caer en una depresión profunda”.

Corría entonces 1976, el mismo año en el que ingresó en el Instituto de las Artes de California, fundado por Walt Disney para formar dibujantes para sus estudios. Al terminar, Burton logró un contrato con la casa de animación por antonomasia, donde trabajó cuatro años.

Fue el período en el que realizó los cortometrajes “Vincent” y “Frankenweenie” y cuando conoció a parte del equipo que le ha acompañado desde entonces, aunque tuvo que salir de Disney para hacer realidad su primer largo.

“En un momento dado en Disney, en el que tenía mucho tiempo para dibujar lo que quisiera”, recuerda el director, que describe aquella etapa como una de las más fértiles de su vida.

A finales de los ochenta y principios de los noventa recibiría el aplauso del gran público, con cintas como “Beetlejuice” o “Batman” y se introduciría en una constante de éxito que le ha convertido en un director de culto que sigue seduciendo en taquilla.



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