Perpetua para Astiz, Acosta y otros diez represores en la causa Esma
Los casos del periodista Rodolfo Walsh, de las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon y de las tres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, entre otros, motivaron la causa Esma que concluye con duras penas a los militares involucrados.
Taty Almeida -quien estuvo acompañada por un gran número de personas- da rienda suelta al festejo luego de conocerse las sentencias. Foto: Agencia DyN
DyN - Télam
Los marinos Alfredo Astiz, Jorge “El Tigre” Acosta y otros 10 represores fueron condenados a prisión perpetua por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), en lo que fue el primer juicio por violaciones a los derechos humanos en el centro de detención ilegal más grande que funcionó durante la última dictadura militar.
Las condenas fueron dictadas por el Tribunal Oral Federal 5 por el secuestro, desaparición y robo de bienes del periodista Rodolfo Walsh y los crímenes de las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon, y las tres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, además de otros 81 casos.
El tribunal también condenó a 25 años de prisión al policía Juan Carlos Fortea y al marino Manuel García Tallada; a 20 años al marino Carlos Capdevilla y a 18 años al prefecto Juan Antonio Azic por los delitos de privación ilegal de la libertad agravada y aplicación de tormentos agravados.
En tanto, fueron absueltos los marinos Juan Carlos Rolón y Pablo García Velasco, pero seguirán presos porque están procesados en otras causas también vinculadas a la Esma. Junto a Astiz y Acosta fueron condenados a perpetua los marinos Ricardo Cavallo, Antonia Pernías, Adolfo Donda Tígel -tío de la diputada nacida en la Esma Victoria Donda-, Alberto González, Raúl Scheller, Oscar Montes y Jorge Radice; el mayor del Ejército Julio Coronel, el capitán Néstor Savio y el policía Ernesto Weber.
El gesto de Astiz
Cuando Astiz escuchó la condena se puso una escarapela argentina en la solapa izquierda de su saco y sonrió socarronamente. El capitán de navío tuvo otras actitudes provocativas durante el juicio, ya que en su inicio se presentó al tribunal con el libro “Volver a matar”, de Bautista Yofre, y en los alegatos le dio una Constitución Nacional a los jueces para que se la envíen al presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti.
La Corte había negado la extradición a Francia de Astiz para que allí cumpla la condena por el juicio en ausencia que le hicieron por los crímenes de las monjas de ese país, pero el máximo tribunal sostuvo que el represor debía ser juzgados en Argentina.
Las condenas a perpetua fueron dictadas por el secuestro y homicidio de Walsh, ocurrido el 25 de marzo de 1977, un día después del primer aniversario del golpe en el que el periodista escribió la “Carta Abierta a las Juntas”, donde denunció los crímenes de la dictadura. El Grupo de Tareas 3.3.2 de la Esma lo secuestró en las avenidas San Juan y Entre Ríos, y fue llevado -se cree malherido- a ese centro de detención.
La patota también robó pertenencias, como parte de su obra inédita, de su casa del Tigre, donde vivía con su mujer Lilia Ferreira, quien estuvo presente en la lectura del veredicto. También fueron condenados por el secuestro en diciembre de 1977 de 12 personas que integraban el grupo de la Iglesia de la Santa Cruz, ubicada en San Cristóbal, donde se reunía familiares de desaparecidos para en conjunto buscar información sobre ellos.
Astiz se infiltró en ese grupo con el nombre de Gustavo Niño, haciendo pasar por el hermano de un secuestrado, y “marcó” a las 12 personas que había que secuestrar, entre ellas las monjas y las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, María Eugenia Ponce de Bianco, Azucena Villaflor de De Vincenti y Esther Ballestrino de Careaga.
Festejo de los presentes
Las condenas fueron festejadas por familiares de víctimas y representantes de organismos de derechos humanos, que aplaudieron, insultaron a los represores y cantaron su consiga habitual “como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”.
El veredicto fue dictado por los jueces Daniel Obligado, Germán Castelli y Ricardo Farías, este último votando en disidencia en la mayoría de las condenas, y se demoró dos horas, ya que estaba previsto para las 18, por “dificultades en la deliberación”, explicó el primero de ellos.
Los magistrados también ordenaron que se abra una causa para investigar los abusos sexuales y violaciones cometidas en la Esma y las denuncias de torturas a niños y niñas, hijos de los detenidos. Los fundamentos del veredicto se darán a conocer el próximo 26 de diciembre, a las 20. Además, declararon los hechos como “crímenes de lesa humanidad” y le pidieron a los poderes del Estado que soliciten a organismos internacionales considerar delito de genocidio la persecución política.
Alfredo Astiz, uno de los máximos exponentes de la represión ilegal en Argentina, escucha el veredicto.
Foto: Agencia DyN
Una multitud lo siguió por pantalla gigante
La lectura de la sentencia contra Alfredo Astiz, Jorge Acosta, Ricardo Miguel Cavallo y otros 15 represores de la Esma fue seguida esta noche, mediante pantalla gigante de televisión, por una multitud que se congregó frente a los tribunales de Comodoro Py, en el barrio porteño de Retiro.
Las condenas a 16 de los 18 procesados se conocieron a partir de las 20.15, después de 22 meses de debate y el testimonio de unos 250 testigos, entre ellos sobrevivientes del centro clandestino de detención, torturas y exterminio que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma).
Frente al palco, con equipos de sonido y la pantalla televisiva, se habían ido agrupando, desde media tarde, sobrevivientes de la represión, familiares y miembros de movimientos de derechos humanos, políticos, sociales y sindicales, entre otros.
“En términos jurídicos, la lectura de la sentencia es la culminación de una lucha de dos años”, dijo Carlos Lordkipanidse, sobreviviente de la Esma, quien subrayó que este juicio abarcó sólo a una parte menor de los casos denunciados y “a una miserable cantidad de represores”, además de deplorar las dos absoluciones.