Decisión de la jefa de Estado
No más avisos de oferta sexual
El decreto llegó ignorando los proyectos legislativos y en el marco de las leyes contra la trata de personas y la discriminación de género. Aborda en particular los clasificados de medios gráficos; omite acciones específicas de avisos en Internet.
Presidenta Cristina Fernández y Kate Millet, escritora estadounidense, activista y feminista.
De la redacción de El Litoral
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Cristina Fernández dispuso por decreto la prohibición de “los avisos que promuevan la oferta sexual o hagan explícita o implícita referencia a la solicitud de personas destinadas al comercio sexual, por cualquier medio”.
En plena campaña electoral, la presidenta decidió ignorar las discusiones parlamentarias sobre una regulación de fondo en la sociedad argentina, que atraviesa cuestiones de hipocresía social, control o represión policial, el reclamo de libertad laboral de las meretrices, los valores religiosos y la trata de personas.
La presidenta enfocó este bien superior a preservar. Explicó en el mismo texto del decreto que la medida se adopta “con la finalidad de prevenir el delito de trata de personas con fines de explotación sexual y la paulatina eliminación de las formas de discriminación de las mujeres”.
La decisión desató las reacciones previsibles y contradictorias sobre un tema que no sólo aborda el tabú del sexo o del “oficio más antiguo del mundo”, sino que ofrece dramáticas aristas de violencia o al mismo tiempo de una realidad comercial y laboral.
Pero además está la dimensión legal y la posibilidad técnica de ejercer el propósito planteado por la jefa de Estado. Los controles sobre los avisos de Internet o sobre los mensajes de texto de la telefonía móvil son, de hecho, un fracaso de todo intento regulador.
No sólo clasificados
No son casuales las especulaciones sobre la intención oficial de afectar la recaudación del “rubro 59” de un diario en particular. En cualquier caso, el tema excede largamente esa cuestión y se instala en el seno de la sociedad.
En la ciudad de Buenos Aires, con 85 % de los porteños conectados a Internet, es probable que los efectos tengan poco que ver con el propósito del decreto presidencial. Es en cambio muy posible que la comunicación por la red pueda eludir fácilmente la finalidad de la decisión de la Casa Rosada, en la medida en que se extienda la concectividad en el resto del país. Y ésa es la tendencia. En Santa Fe hay hasta un equipo de fútbol jugando en una liga menor en representación de una agencia, que bien podría mutar en pocas horas a los eufemismos de las “acompañantes”, para retornar a formas más “pudorosas”, perdidas en la velocidad de las franquezas contemporáneas.
¿Cuánta gente paga por sexo? ¿Cuánta vive de esta actividad? ¿Cuánta plata mueve el negocio? ¿Cómo se pueden preservar la vida y los honores -los legítimos- en una práctica tan antigua como la humanidad? La presidenta decidió responder por sí misma a las preguntas, por decreto.
De los propósitos a los hechos, habrá que esperar el camino que recorrerá el gobierno. Porque una cosa es combatir la trata de blancas, y otra es regular avisos sin una política integral sobre el valor de la vida, la libertad y la dignidad, que están fuera de discusión.
La moral en un solo rubro
La presidenta dijo que se dio “un gigantesco paso contra la doble moral e hipocresía” y apuntó que “no se puede en las primeras páginas de los periódicos exigir lucha contra la trata, y luego (tener) páginas comerciales donde se vehiculiza la más formidable y vergonzante no sólo trata sino humillación a la condición femenina”.
La presidenta cuestionó la manera en “cómo se aborda en informes periodísticos el problema de la trata de personas, y luego en esos mismos diarios y rubro 59 está la oferta sexual que les deja pingües ganancias a las empresas periodísticas”.
Ese rubro es de un diario en particular (Clarín); la mandataria no mencionó ningún otro soporte publicitario, en particular de Internet.
Pero dejó en claro que “esta es una de las tantas discriminaciones contra la mujer, tal vez la más humillante. (...) Y esta es una condena a los medios que explotan esto a través de la propagandización. Jamás vamos a condenar a ninguna mujer”.
La presidenta opinó que las mujeres son “siempre discriminadas” y se refirió al tratamiento de los medios sobre su persona: “Yo he pasado de ser títere del doble comando a una deprimida crónica, y ahora soy una autoritaria rebanadora de cabezas de utópicos candidatos, todo en el curso de unos meses”.
Controles
La “Oficina de Monitoreo de Publicación de Avisos de Oferta de Comercio Sexual” debe “monitorear a los medios gráficos”, pero aún no especifíca qué pasará con los medios audiovisuales, lo que dependerá de una “coordinación” con la autoridad del sector. El decreto es “de orden público”, o sea el gobierno podrá sancionar en la medida que verifique el delito. Las sanciones serán especificadas por resolución del ministerio de Justicia.
Develar la violencia mediática
Agustina Mai
En Esperanza, Rafaela, Reconquista y Santa Fe se realizará el “Relevamiento y monitoreo provincial de medios y justicia de género”. Esta iniciativa -encarada por la Universidad Nacional del Litoral y la Asociación de Prensa de Santa Fe- analizará distintos tipos de discriminación (clasista, racista, sexista y de elección sexual) en medios gráficos, radiales y televisivos. El trabajo develará si las mujeres son sujetos de información, cuándo y cómo aparecen en los medios.
¿Por qué es importante indagar sobre lo que los medios dicen (y no dicen) sobre las mujeres? Porque se trata del “campo simbólico”, donde ellas son representadas (y muchas veces estereotipadas) de determinadas formas, que luego posibilitan otro tipo de violencias.
En este sentido, hace tiempo que se reclama por la eliminación de las ofertas sexuales en los medios. “Los avisos de oferta sexual tienen un rol central en el mercado de trata. Por eso llevamos esta investigación al norte de la provincia, porque es un lugar de ingreso y de ablande de niñas y mujeres a los circuitos de la trata. Hay una línea directa que va del patriarcado a la subordinación de las mujeres, la opresión, la prostitución, la trata y los medios prostibularios”, manifestó Ana Fiol, integrante del Programa Género, Sociedad y Universidad (UNL).
El trabajo de campo será desarrollado -de julio a noviembre- por el equipo de trabajo del Seminario de Medios y Justicia de Género y los periodistas y trabajadores de medios provinciales. Además, contemplará capacitación, reflexión colectiva y creación de conciencia sobre las expresiones discursivas de la violencia simbólica-mediática.
Esta experiencia ya se realizó en la ciudad de Santa Fe. Los resultados mostraron que la violencia simbólica es reproducida por los medios a través de una doble maniobra ideológica: “Para la información relacionada a la esfera pública hay una invisibilización y estereotipación de las mujeres. En cambio, en el mundo del entretenimiento hay una sobreexposición, cosificación y utilización del cuerpo de las mujeres: nos venden como ganado”, concluyó Fiol.
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