Exposición conjunta con entrada libre y gratuita
Fabry, Romero y Soratti llevan sus atelieres a los Altos de la Belgrano
Se inaugurarán tres muestras. Se trata de “Diablillos. Pequeñas joyitas” de Roberto Romero; “De lo que hay, no falta nada” de Ana Fabry y “Geografías del alma” de Alva Soratti. Organizadas por la Municipalidad, las exposiciones podrán visitarse gratuitamente durante todo el mes.
“Alerta pícaro mirón: reúnete al montón”, detalle de la obra de Roberto Romero.
Fotos: Gentileza producción
De la redacción de El Litoral
Tres destacados artistas santafesinos serán protagonistas en los Altos de la Estación Belgrano ya que allí expondrán sus muestras y abrirán sus atelieres a la ciudad. Se trata de “Diablillos. Pequeñas joyitas”, compuesta por objetos de Roberto Romero; “De lo que hay, no falta nada”, en la que se exhiben pinturas de Ana Fabry; y “Geografías del alma”, integrada por tallas en polifán y dibujos de Alva Soratti.
El acto de inauguración de las propuestas se concretará el próximo jueves 7, a las 20, en la planta alta del emblemático edificio ubicado en Bv. Gálvez 1150. La ceremonia contará con la presencia de autoridades de la Municipalidad y de los tres artistas. Desde entonces, podrán visitarse de forma libre y gratuita hasta que culmine la programación cultural prevista para la temporada invernal.
Diablillos. Pequeñas joyitas
En referencia a la muestra de Romero, la Prof. Mg. Isabel Molinas escribió: “Gestos. Fotogramas de una imagen en movimiento que pareciera estar suspendida en un segundo. Todo acaba de suceder o todo está por comenzar ¿Los oyen? ¿Escuchan el rumor del río junto al bosque que vibra? ¿Perciben la intensidad de la vida a punto de manifestarse? ¿Los han visto jugar? ¿Nos hemos visto jugar y podemos reconocernos en ese gesto, en ese recuerdo que nos hace temblar de felicidad?
“Cada una de las cajas-objeto de Roberto Romero focaliza en un tema: la amistad, la sexualidad, la gestación, el nacimiento... la vida. Los juegos de la infancia son un pretexto para volver a interrogarnos sobre la condición humana. El humor y la poesía nos acompañan en el viaje y nos ponen a cubierto de nuestras propias criaturas de ensueño. Sus personajes no son ni buenos ni malos, sólo diablillos que habitan del otro lado del espejo en el territorio de la infancia.
“Cuidadosamente planificadas, las obras se destacan por la preciosa rigurosidad de sus detalles. Una misma lógica pictórica organiza las escenas: un fondo pregnante sobre el que se apoyan dos tipos de elementos: los personajes y el paisaje. La iconicidad de los primeros contrasta con el alto grado de abstracción con el que se representan los detalles del entorno. Las imágenes se superponen en un collage que hace que la pintura adquiera volumen y la magia del juego se manifieste en los pliegues y en los intersticios de la tridimensión.
Imágenes que son gestos: los del autor en el movimiento de sus personajes y los del espectador en la alegría del encuentro. Porque el arte en palabras de Giorgio Agamben- es una muda invocación a la liberación de la imagen en el gesto”.
Geografías del alma
Sobre la muestra de Soratti, el artista santafesino Gabriel Cimaomo escribió: “Geografías del alma reúne una serie de piezas que comparten huellas claramente identificables que marcan el territorio artístico de Soratti. El asombro frente a la naturaleza que disparó la reflexión de los primeros filósofos constituye también el origen o fuente de la que emana su inspiración primigenia; su admiración temprana por la diversidad de su hábitat.
“Los elementos naturales despertaron la atención de la artista que desde siempre se sintió embriagada por el fuego, la tierra, el aire y el agua que confluyen metamorfoseados en el color, la forma y la perspectiva de sus tallas. El aire, tan sutil y etéreo como la materia y el alma de su obra, constituye la atmósfera que envuelve su arte, sea desde la perspectiva aérea que propone a nuestra mirada como de la femineidad indubitable de la suya propia. Desde esta posición de apertura de ángulo y género, Soratti evoca al tiempo que recrea sus paisajes originarios. Follajes de puntillas que emulan el movimiento de islotes e irupés flotando sobre las aguas, superficies porosas cubiertas de cartapesta, pintadas y delineadas como la tierra tatuada por los caprichos del río y el rojo candente del polifán transido por el fuego sublimado de su producción erótica. Verdes y rojos, azules y anaranjados destacan en el colorido vigoroso y complementario de su flora.
“Las mutaciones antropomórficas de hojas en lenguas o de lagartijas ariscas en mujeres apasionadas dan cuerpo a las formas curvas de su fauna. Desde los valores que cobran figura en sus dibujos a los colores vibrantes que prevalecen en sus tallas, la obra de esta artista rebosa una forma de sensualidad curvilínea que evoca sus paisajes originarios: el vuelo ondulante de los insectos, el río zigzagueante de su infancia, el andar serpentino de los reptiles y el reflejo de la luna que se mece al compás de las aguas.
“Geografías del alma es un recorrido panorámico por los lugares exóticos que nos descubre la artista, desde el plano de sus mapas interiores a la delicada belleza de sus especies talladas”.
De lo que hay, no falta nada
En ocasión de la muestra “VIP” que Fabry expuso el año pasado en el Museo de Arte Contemporáneo de la UNL, Miguel Anselmo Bitar escribió una pieza titulada “Pintar, instalar, reposar de la obra de Any Fabry” que se publicó en el catálogo. Un fragmento de aquel artículo es elocuente para hacer referencia a las obras expuestas por la artista santafesina: “Su obra se hace cargo de la relación entre mundo y tierra, espacio de combate en el que se abren los entes para después cerrarse. El mundo del hombre es básicamente intención de abrir, de descubrir pero no es sólo eso, así como la tierra no es sólo ese espacio cerrado que corresponde al encubrimiento: es también abrirse. Pero, la decisión frente al “claro” en el que se muestra la verdad tiene que ver con la decisión del artista. No es un combate sociológico, no es político, ni ideológico, ni ambiental o psicoanalítico. Es un combate por lograr que su obra repose, que sea vista desde sus señales. En una oportunidad escribí que la obra de Any Fabry era la de la hora ‘...en la que caen los brazos, en la que los ángeles no escuchan’. Antes, en la misma composición, decía: ‘Llegamos (ante su obra) temblando entre el polen de los jazmines, ¿acaso los lapachos ensangrientan los dormitorios?, una lluvia de vulvas, de pistilos colorados copulan desafiando la disciplina de los tutores, es un rayo de neón el filo de la cuchilla’ (...) ¿Por qué desde el reposo? Porque su aparición está vinculada a los tiempos de penuria que nos tocan vivir. Esta penuria es la indigencia de riesgo.
“Any Fabry defiende el reposo de su obra desde el riesgo. Desafiando un orden agotado, sin verdades, en el que no aparecen ‘claros’ de entrada para descubrirlas (...) La verdad como enunciado concebido para coincidir con la cosa, no es la verdad que desde su ser libre se revela a la intuición liberadora. Todo arte es una poética, también la pintura. Estas poéticas que no hablan con lenguajes maternos, menos aún con lenguajes técnicos, sino con gemidos. Gritos de un fondo intraducibles, radicalmente polisémicos. Equívocos hasta la locura, si los queremos comprender sólo desde una lógica meramente humanística”.
“Siempre estuve aquí”, acrílico de Any Fabry. Fotos: Gentileza producción
“Princesa da Fronteira”, acrílico de Any Fabry.
“El sacrificio”, acrílico de Any Fabry.
“S/T”, talla en polifan, obra de Alva Soratti.
Foto: Gentileza producción