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al margen de la crónica

Hacedores de relatos

Siempre existieron. Desde el principio de la historia, aun sin advertirlo; intuitivamente supieron de la finitud del hombre y se abocaron a registrar sus vivencias y experiencias para que no sólo pasaran. Sobre piedra, papiros, pergaminos; a través de la palabra dicha a hijos y nietos, para que ellos volvieran a contarlas.

Aunque los periodistas concebidos como tales son más modernos aún que la profesión bautizada como periodismo, ellos estuvieron desde antes.

Son -o deberían ser- los hacedores de los relatos. Los que día a día cuentan lo que pasa en todos los ámbitos y dejan un registro de ello. Las nuevas tecnologías ampliaron los soportes y entonces, además de los clásicos están los nuevos, ésos cuyos alcances y valores se discuten en sintonía con su uso. Y entonces los periodistas se multiplican por muchos. Porque quien cuenta en Facebook vivencia, o se anima con polémicas en Twitter, también relata, también provoca, también opina.

Porque ser periodista implica sobre todo y primero, confundirse con la gente y ser gente que relata, que provoca, que opina. No es ningún dios -aunque algún trasnochado se lo crea-, ni superior a otros, es sólo un laburante cuya virtud, cuya vocación, es tener una curiosidad genética instalada en su ser. Si esa curiosidad es acompañada de honestidad, el periodista tiene un enorme bagaje a su favor; lo demás se aprende, se entrena.

Cada uno en la vida tiene una misión que cumplir que debería tributar al conjunto: los médicos cuidan la salud de la gente, los arquitectos le hacen la vida más confortable, los abogados median entre unos y otros, los maestros enseñan, los periodistas deben contar qué hace cada uno de los otros y entrelazar esas historias compartidas.

No son objetivos, no pueden serlo porque son humanos. Pero la obligación que deben imponerse es la de no torcer el relato.

No son dueños de la verdad revelada, pero se aferran a la utopía de que son capaces de tener algún día. Tienen como todos un sueño que en un momento se aleja y en otro parece estar al alance de la mano. A veces su intuición tiene premio, pero en la mayoría de los casos trabajan sobre la burocracia cotidiana mientras esperan esa oportunidad.

Hoy es el día y como cada 7 de junio, reciben arrumacos diversos y todos son gratos. Pero es sólo el día que debería recordarles que, como los pintores rupestres, los apóstoles, los egipcios, los persas, los griegos, su empresa es compleja. Dilucidar el presente con sus contemporáneos y dejar registro de la existencia de estos tiempos para la historia, imaginando qué sería importante que se sepa de la existencia de su pueblo en un futuro lejano y ya sin ellos; siguiendo sus sueños, honrando su trabajo, dejando lo mejor de sí en cada entrega y sabiendo de antemano que hacer camino y documentar la huella al mismo tiempo es una misión que exige sacrificios extra.



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