Relaciones en el aire
Los dos momentos de mayor fricción entre los gobiernos de la Argentina y los EE.UU. se identifican con dos aviones. En el primer caso, el hervor político se produjo con el arribo al país de un jet privado rentado por la empresa Energía Argentina S.A. (Enarsa) y el subsiguiente decomiso por la policía aeroportuaria de una valija con 800.000 dólares que aparentemente pertenecía al empresario venezolano Guido Antonini Wilson, uno de sus pasajeros.
En su hora, el caso estremeció al país político, máxime cuando las posteriores investigaciones revelaron las numerosas comunicaciones producidas ese crítico día entre Claudio Uberti y la Quinta Presidencial de Olivos, así como la presencia del presunto titular de la valija en un acto realizado dos días después en el Salón Blanco de la Casa Rosada. Esa presencia, negada a rajatabla por el gobierno, fue conformada más adelante por una filmación. El hombre implicado en el delito, luego de cometerlo ingresó a la casa de Gobierno como invitado especial. Después desapareció del país y apareció en Miami, EE.UU., su lugar de residencia, donde fue sometido a juicio junto a otros venezolanos, un uruguayo y un cubano, por supuesta participación en actos de espionaje contra el país del norte.
Las declaraciones judiciales del pasajero del jet que había aterrizado en Aeroparque, fueron tomadas por el gobierno argentino como parte de una manipulación norteamericana para hacerle daño al gobierno de los Kirchner. Como consecuencia, las relaciones se enfriaron hasta llegar a un punto cercano al congelamiento.
Más delante, la elección de Barack Obama, el presidente demócrata y negro, abrió las puertas a una renovada relación que Cristina se empeñó en cultivar y que, a decir verdad, mejoró no sólo en el plano diplomático formal sino en cierta sintonía en cuestiones de fondo vinculadas con Chávez, Irán, aspectos de seguridad continental (Tres Fronteras) y cuestiones económicas (juicios contra la Argentina en los EE.UU. por parte de bonistas especuladores) y apoyo para la negociación de la deuda con el Club de París (ahora en problemas).
Pero un segundo avión militar estadounidense -que aterrizó en Ezeiza con hombres y equipos, en el marco de un programa binacional de colaboración para el entrenamiento de fuerzas de seguridad argentinas- detonó un segundo escándalo. Ocurre que supuestas irregularidades en el papeleo de la carga, pusieron en marcha una suerte de “venganza” del canciller Héctor Timerman, descolocado por la anunciada visita de Obama a Brasil, Chile y El Salvador, visita que marginaba olímpicamente a la Argentina. Entre tanto, la sustanciación del incidente en la Aduana y la Justicia determinó la ausencia de delito. Pero cuando todo parecía concluir, Obama reclamó en una entrevista periodística la devolución de equipos incautados. La temperatura del conflicto volvió a subir y hoy las relaciones entre ambos países están literalmente en el aire. Como los aviones.