Señal de ajuste
Víctor Hugo baja línea

El debut de Morales fue con una primicia: entrevistó en el estudio a Lidia Papaleo, la viuda de David Graiver, para tratar el caso de Papel Prensa. Foto: DyN
Roberto Maurer
Víctor Hugo Morales es el nuevo empleado del kirchnerismo. Acaba de estrenar el ciclo “Bajando línea” en el 9, el canal privado de un mexicano que no se deja sacar fotos, cuya programación de enlatados extranjeros y magra producción nacional lo situaba en una posición vulnerable, por lo que este año comenzó a ser anexado por el gobierno, que sumó a la programación dos producciones de Diego Gvirtz, el creador de “6,7,8”. Las nuevas temporadas de “Duro de domar” y “TVR”, entonces, pasaron al 9, ya con la forma de mitines oficialistas donde, por ejemplo, entre el público asoman pancartas con consignas contra los opositores. Nada sería objetable, si no fuera que estos productos económicamente deficitarios por su escasa audiencia solamente pueden ser sostenidos con recursos del Estado Nacional, o sea que son sustraídos a hospitales, comedores infantiles, jubilados y otros rubros que siempre son mencionados cuando se necesitan argumentos sensibleros.
PODEROSOS EN GUERRA
Como es sabido, los argentinos se encuentran en medio de la conflagración entre una pareja de ricachones de la estepa que prosperaron comprando propiedades a los ahorcados por la 1050, y sus ex socios de una corporación de medios, es decir que, básicamente, se trataría de un problema de negocios. Víctor Hugo Morales ha sido contratado para intervenir en esta disputa en la cual raramente se discute sobre salud y educación, para hacer un programa cuyo “casi protagonista será Clarín”, según sus propias palabras.
El gran relator, en su estilo de maestro normal de los ‘40, debutó con una primicia: una entrevista en el estudio a Lidia Papaleo, para tratar el caso de Papel Prensa. La viuda de David Graiver declaró que, “si no hubiéramos esperado 27 años para decir la verdad, no estaríamos vivos”, aunque sin precisar qué habría ocurrido en el caso de decir esa verdad el año pasado, o el anteaño, por ejemplo, y cuál era la diferencia. No había repreguntas.
Entre otros dichos, salpicó al fiscal Ricardo Molinas, e invocó a su hermano Osvaldo Papaleo, que unos días antes había salido de las sombras para ocupar un lugar en primera fila la vez que Cristina Fernández habló más de una hora por cadena nacional sobre Papel Prensa y contó una historia intrincada que nace en los años ‘60, intercalando un chiste sobre desaparecidos, de acuerdo con esa debilidad suya en cuanto a manosear a las violaciones a los derechos humanos. (*)
EL BANQUERO IDEALISTA: PAPEL PARA TODOS
El rehabilitado Osvaldo Papaleo fue un poderoso secuaz de López Rega cuando ocupó la Secretaría de Prensa y Difusión durante el gobierno de Isabelita, y una de sus funciones, además de perseguir y censurar, consistió en invadir los canales de televisión con su séquito de pistoleros particulares. Están las fotos: eran tipos de lentes negros, pelo corto, bigote y armas largas, los mismos o muy parecidos a quienes se ve tirando a la muchedumbre en Ezeiza, y quienes poco después formarían la Triple A. La última hazaña de Papaleo fue insultar al fiscal Strassera en un programa de televisión.
La viuda presentó su caso como el de una luchadora por un “papel para todos”, y reivindicó a su marido David como a un idealista de la misma causa. David Graiver fue un felón de las finanzas que lavaba plata sucia de militares, políticos y secuestradores, y resulta difícil confundirlo con un banquero soñador.
EL ABORTO EN TWITTER
Junto a esta nueva historia oficial, Víctor Hugo Morales presentó otras notas, entre ellas, una sobre el aborto: su despenalización es una materia pendiente del gobierno progresista, criticó. Enumeró “las batallas perdidas de la Iglesia”, ilustrándola con la imagen de papistas escasamente populares como Quarracino y Aguer, y tan superficial fue el tratamiento de un asunto complejo y delicado, que incluyó un debate relámpago entre dos diputadas que discutieron a través de Twitter, es decir que los argumentos no podían superar las 140 palabras.
También presentó lo que llamó “el cuentito”, un dibujo animado de tono burlón cuyo personaje se llama Ernestina, acerca de la apropiación de bebés, que fue muy adecuado a esta época de trivialización de los horrores del terrorismo de Estado.
Otro momento de obsecuencia oficialista fue un pequeño informe que registra una visita de Guillermo Moreno a la planta de Papel Prensa, derrochando simpatía y saludado por sindicalistas efusivos. Existen sectores que se empeñan en presentar al funcionario como a un personaje peligroso: son los que nunca pisaron un circo para ver a los payasos.
(*) Hizo una broma acerca del desaparecido Edgardo Sajón.