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Hinchas y medios ya le apuntan a Felipe Melo

Con el corazón roto

En Brasil lamentan, y mucho, la eliminación del Mundial de Sudáfrica. Aquí, un repaso de las repercusiones internas de la derrota “verdeamarelha”.

Redacción de El Litoral

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DPA

SUDAFRICA 2010.pdf

Kaká abandonó la cancha con lágrimas corriéndole por las mejillas. Dani Alves se tiró al césped y bajó la cabeza para llorar. El técnico Carlos Dunga, sin poder creer lo que había pasado, recibió un abrazo de consuelo de su asistente, Jorginho.

Tras la derrota por 2-1 ante Holanda, que sepultó el sueño del hexacampeonato, Brasil era la imagen misma del desaliento. Los jugadores se refugiaron cerca de una hora en los vestuarios: “Están todos jodidos”, le dijo a DPA un testigo presencial de los minutos siguientes a la eliminación en los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica.

“Es el momento más triste de mi vida como futbolista profesional. Para mí era un sueño poder jugar un Mundial. Desafortunadamente, ese sueño no se terminó como a mí me hubiera gustado”, confesó después Dani Alves, quien reveló que lo que atenuó un poco el dolor de los jugadores fue el apoyo brindado por su entrenador.

“Dunga trató de darle ánimo al grupo, porque todos estábamos muy tristes. Para mí, que participo por primera vez en un Mundial, esa derrota significó un dolor tan grande que me faltan palabras para describirlo”, agregó.

“Esta derrota nos va a doler por mucho tiempo”, confirmó Julio César, mientras que el astro Kaká reveló que, tras todo el esfuerzo que hizo para recuperarse de sus problemas de lesión y jugar con Brasil el Mundial, siente “dolor y frustración” por el traspié ante Holanda, que se tomó su revancha de las derrotas mundialistas ante la “verdeamarelha” en Estados Unidos 1994 y en Francia 1998.

Los “culpables”

El técnico Dunga, quien según una encuesta divulgada antes del partido tenía el apoyo del 69 por ciento de los brasileños, escuchó gritos de “¡Burro!” al regresar al hotel de la delegación en Port Elizabeth por parte de un grupo de turistas.

Al parecer, fue solamente una muestra, ya que en Brasil ya empezó la “caza de brujas” para apuntar al culpable del naufragio del sueño mundialista. “¿Quién es el responsable por la eliminación: el ataque, la defensa, Felipe Melo o Dunga?”, preguntó el portal deportivo brasileño Lancenet, en un foro de debate abierto tras la derrota.

La mayoría de los dedos acusadores apunta a Felipe Melo, quien, pese a que fue el autor del lanzamiento en profundidad que le permitió a Robinho abrir el marcador en el estadio Nelson Mandela Bay, luego se convirtió en villano, cuando le regaló el empate a Holanda al intentar desviar de cabezazo un centro de Wesley Sneijder y, más tarde, cuando fue expulsado de la cancha tras un pisón sobre el astro “naranja” Arjen Robben.

“Felipe Melo no debe pasar sus vacaciones en Brasil”, advirtió desde Sao Paulo, por la red social Twitter, el veterano delantero Ronaldo, quien participó en tres mundiales con la camiseta amarilla y fue campeón en Estados Unidos 1994 y en Corea del Sur-Japón 2002.

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El peor día de tu vida I

Saltaron Felipe Melo y el arquero Julio César para tratar de controlar un centro aislado de Sneijder, pero se chocaron y, tras el roce en el mediocampista, el balón fue a parar al fondo de la red. Foto: EFE

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El peor día (...) III

Roja y afuera. El árbitro japonés Yuichi Nishimura le muestra la tarjeta a Felipe Melo y marca un quiebre casi definitivo en el cotejo entre Brasil y Holanda. Los naranjas enfrentarán a Uruguay en la semifinal. Foto: EFE

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El peor día (...) II

No aguantó más y soltó su furia: Melo baja a Robben tras una nueva maniobra de la estrella holandesa. El partido ya estaba 2-1 y esta incidencia terminó con las ilusiones brasileñas. Foto: EFE

Un polémico adiós

La derrota por 2-1 ante Holanda, que eliminó a Brasil del Mundial, representó un triste punto final para la primera experiencia de entrenador de Carlos Dunga, el mítico capitán del equipo tetracampeón en Estados Unidos 1994. El gesto de levantar la Copa al final de la épica campaña en Estados Unidos marcó un antes y un después para Dunga, quien cuatro años antes había vivido con disgusto la decisión de la prensa de su país de bautizar con su nombre (“era Dunga”) la fracasada campaña de la “verdeamarelha” en el Mundial de Italia, que terminó con una eliminación en octavos de final.

Desde ese entonces, Dunga se convenció de que, para callar a sus críticos, necesitaba ganar siempre. Lo consiguió en Estados Unidos. Y con ese espíritu aceptó la invitación de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) para asumir el comando de la Selección Nacional después de la fracasada campaña de las súper estrellas dirigidas por Carlos Alberto Parreira en Alemania 2006.

La tercera “era Dunga” fue casi tan polémica como la primera. Sin ninguna experiencia previa como entrenador, el técnico excluyó a la mayoría de las estrellas de su plantel, cuyas puertas sólo quedaron abiertas para quienes se dispusieron a seguir sus rígidas directrices disciplinarias.

En lo futbolístico, trató de compensar la escasez de estrellas con un sistema táctico basado en defensa sólida y eficiencia ofensiva que obtuvo los títulos de la Copa América 2007 y de la Copa Confederaciones 2009.

Hasta el naufragio de ayer ante Holanda, Dunga acumulaba un respetable cartel de 40 victorias y once empates en 56 partidos. El traspié ante los “naranjas” fue solamente el sexto de la tercera “era Dunga”. Pero ése era precisamente el partido que el entrenador no podía perder.



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