La noche de los crímenes
Obras de Fernando Espino.
Por María Luisa Miretti
“Rincón Bomba. Lectura de una matanza”, de Orlando Van Bredam. Librería de la Paz. Resistencia, Chaco, 2009.
Volver a leer. En un pasaje de la novela se sugiere que a las heridas hay que dejarlas cicatrizar solas, no así las que tienen pus porque se complican y terminan pudriendo todo, por eso conviene revisarlas e investigar. Es el caso de Rincón Bomba paraje cercano a Las Lomitas, en Formosa- y la matanza de 500 aborígenes pilagás en el año 1947.
Casi ajeno o desconocido en la historia oficial, la incursión de Van Bredam desde la novela para rescatar esta cruenta represión, vuelve a destacar su coherencia y claridad entre escritura y pensamiento, en una propuesta imposible de eludir.
Desde “el laboratorio” de la escritura va tejiendo las estrategias para urdir la trama de los hechos. Una muchacha de Comunicación Social debe hacer una tesina y circunstancialmente se topa con un viejo gendarme jubilado que le revela los episodios, desde su conciencia arrepentida que ya no soporta el peso de la culpa. A su vez, se inicia una dinámica que pone en juego a otros actores, en otras situaciones y escenarios, permitiendo de tal modo confrontar y descubrir las evidencias tanto tiempo silenciadas.
En el transcurso, hay leyendas, relatos y añadidos de la tradición popular (y de autor), en una buena propuesta para ir descubriendo la cultura wichi y pilagá. A modo de cajas chinas, las sorpresas mantienen en vilo al lector, al que se convoca para continuar en forma conjunta un suceso que lo involucra, que urge aclarar.
Las versiones se entrecruzan: Perón había prometido comida y remedios a los pilagás, pero en el camino, las fuerzas opositoras hicieron pudrir la carne y muchos murieron intoxicados. Como consecuencia según la versión oficial- los indios se vengaron en una contienda en la que cayeron como moscas, acusados de insurrección. Enterrados en sitios estratégicos que la historia oficial sepultó para el olvido, la Fundación Pilagá radicó una denuncia en los Tribunales federales de Formosa en el año 2005, para esclarecer los hechos.
En el laboratorio muy bien montado por el autor, se sucede la teoría con la ficción, las opciones de la escritura, las lecturas y todo el engranaje que posibilita la puesta en marcha de una propuesta creativa.
El escritor, que fue haciendo el recorrido para dar a luz esta historia fatídica acaecida años atrás, abandona la trama advirtiendo al lector que el camino de la escritura finaliza, para empezar el de la acción en la vida real.
Mientras tanto, se sacude la fiebre y los fuertes dolores estomacales, se saca los ropajes y las distintas mascaradas que ha debido soportar en el itinerario: ser un vecino asustado de Las Lomitas, una mujer pilagá sorprendida por la metrallas, un pilagá perseguido, un gendarme, el que enciende las bengalas para iluminar la noche de los crímenes y el escritor hombre “el que ha convivido con esta historia, el que se asoma al patio en esta noche estrellada de octubre de dos mil ocho en su casa, no puede contener el deseo de escupir y escupir y escupir. Y escupe, escupe, escupe”.