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Represión ilegal

Últimas audiencias

en el juicio a Barcos

Una decena de testigos ya declararon ante el Tribunal Oral Federal, por el secuestro de Amalia Ricotti y Alberto Tur, en 1978. Esta mañana estuvieron Benvenutti, Hoffmann y Alaniz.

De la Redacción de El Litoral

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Entre mañana y el lunes próximo el Tribunal Oral Federal de Santa Fe podría dar por concluida la etapa de declaraciones testimoniales, en el juicio contra el personal civil de inteligencia Horacio “Quique” Barcos, acusado de integrar una patota de secuestradores durante la década de 1970.

Hoy, el jurado tomó declaración al decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UNL, José Manuel Benvenutti; al secretario General de ATE, Jorge Hoffmann; y al periodista del diario El Litoral, Rogelio Alaniz. De los tres, Hoffmann fue el único que se refirió a Barcos, a quien acusó de ser “parte de un plan genocida en la Argentina”.

“No sólo pudo haber participado del secuestro de Tur, sino de una maquinaria que siguió funcionando en democracia”, apuntó el dirigente de ATE.

El interventor

Aunque “desconocíamos la militancia de Barcos”, Hoffmann dijo que “fue designado interventor de ATE Santa Fe por la conducción nacional del gremio”, con la vuelta de la democracia.

Sobre las disputas por la conducción sindical de los estatales, recordó las elecciones de la primavera de 1984, que fueron a nivel nacional. Quienes se oponían ganaron la conducción y resolvieron intervenir la delegación Santa Fe. En ese entonces, le tirotean la casa a Raúl Sufritti que era el candidato de la lista de Hoffmann.

A Alberto Tur -víctima del secuestro junto con su ex esposa Amalia Ricotti- lo recordó como a “un importante dirigente sindical”, al cual conoció “a partir de 1981 y 1982”, cuando empiezan a trabajar en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).

Semblanza

El decano de la facultad de abogacía, por su parte, hizo una semblanza de Tur, en la que explicó que lo conocía por el ámbito universitario; que no eran amigos y que sabía de él por su actividad docente.

Ya en democracia, se encontraban en la sala de profesores porque los dos trabajaban de mañana. Trajo a cuento las charlas acerca de la preocupación de Alberto por la incorporación de los derechos humanos en la Constitución Nacional.

También contó que sabía que trabajaba en un proyecto de investigación sobre el surgimiento del movimiento cooperativista en la provincia, y Benvenutti lo contactó con gente de Sunchales, para que pudiera llevar a sus alumnos a ver esa experiencia.

Como elemento documental aportó el legajo docente fallecido en septiembre de 2003, en el que se menciona su participación en numerosos proyectos de investigación que no especifica. Sobre el secuestro dijo no haber estado al tanto.

Un intelectual

El último en declarar fue el periodista Rogelio Alaniz, quien expuso durante 20 minutos ante el tribunal compuesto por José María Escobar Cello, María Ivón Vella y Daniel Laborde.

“Alberto Tur fue mi amigo durante más de 30 años”, con el que “compartimos la militancia política”. Lo definió como “un intelectual en sentido pleno”, y destacó su vocación para la docencia.

En cuanto a los hechos puntuales vividos por el matrimonio durante la segunda quincena de mayo de 1978, Alaniz repitió la historia que su amigo le contó a sus seres más cercanos.

Una vez más tocaron el tema de la casa, que ya había sido mencionada por los testigos José Luis Pagés y de Susana Molinas.

“Siempre circuló la idea de que esa casa sirvió para que recuperaran la libertad”, dijo Alaniz, que ubicó el inmueble en algún lugar “del barrio Roma” y abonó la hipótesis de que habría terminado en manos de “un militar retirado” al que no nombró.

Siete testigos

Mañana declara Luis Frillochi, y se espera que el fiscal Martín Suárez Faisal; como los abogados de la querella, Horacio Coutaz y Zulema Rivera, realicen preguntas tendientes a conocer si el testigo conocía a Barcos de la época de la dictadura. Según se cree, Frillochi habría sido personal civil de inteligencia y trabajó en la UNL como personal no docente.

Vinculado con este tema, Benvenutti contó que en el Consejo Superior se planteó que un no docente de la UNL estaba sindicado como PCI, por lo que debió renunciar a su cargo de consejero no docente tras un período de licencia.

También hablarán mañana Stella Maris Ricotti y el doctor Carlos Alberto Spitser, prima y médico personal de Amalia Ricotti, respectivamente.

La audiencia programada para el jueves, después del feriado del 24 de marzo, se pospuso para el próximo lunes. Entonces será el turno de Daniel García, Alba Sánchez, Santiago Deheza y Hernán de la Peña. Con ellos, terminaría la etapa de testimoniales, para dar lugar a los alegatos.

declaraciones.

El juicio contra “Quique” Barcos comenzó el 5 de marzo con la declaración de la víctima y querellante Amalia Ricotti. A la semana siguiente, atestiguaron Adriana Arce, Ricardo Scholtus, José Luis Pagés, Susana Molinas, Narciso Rubén Gómez y Elena Luisa Muchutti, que se refirieron al secuestro de Ricotti y Tur, ocurrido entre el 16 y el 31 de mayo de 1978.

/// EL DATO

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Horacio Barcos tampoco estuvo hoy presenciando las audiencias en el juicio en el que está imputado por violación a los derechos humanos.

Foto: Amancio Alem

Murió Marcellini

El mismo viernes en que comenzaba en Santa Fe el juicio contra el espía del Ejército, Horacio Barcos, el represor Domingo Manuel Marcellini se moría en Mendoza de un “paro cardiorrespiratorio”, según consta en su acta de defunción.

El coronel Marcellini tenía 79 años y atravesaba severas complicaciones de salud, que a fines del año pasado le impidieron participar de la primera causa por delitos de lesa humanidad, en la cual era el único imputado de rango militar.

La defensa de Marcellini, a cargo del abogado Fabio Procajlo, confirmó que por esos días la Cámara Federal de Rosario le había concedido la excarcelación, pero que la notificación llegó demasiado tarde, y “se notificaron cuando ya estaba muerto”.

“El 2 de marzo de 2010 la Cámara revocó la resolución del conjuez Ricardo Lazzarini, del 22 de diciembre de 2009”, en la cual “le denegaba la libertad”.

Marcellini fue jefe del Destacamento de Inteligencia 122 del Ejército y tuvo un rol preponderante durante la última dictadura militar en todo el centro norte de la provincia de Santa Fe.



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