Estuvieron en “La Casita”
Explican cómo funcionaba el
circuito represivo en la ciudad
Cuatro mujeres declararon entre ayer y hoy en la causa Brusa. Fueron víctimas de torturas, vejaciones y privación de la libertad durante la dictadura y hoy son querellantes en el juicio contra los represores.
De la Redacción de El Litoral
Patricia Amalia Traba fue secuestrada en su casa del barrio Guadalupe, el 23 de marzo de 1977, cuando tenía 21 años. Estuvo tres años y medio detenida; parte de ese tiempo en forma ilegal. El día que la raptaron la llevaron al parque Garay, desde donde la trasladaron a “La Casita”, que era un centro de detención clandestina y de tortura. Luego pasó por la Guardia de Infantería Reforzada, lugar en el que se “blanqueaba” a los presos ilegales y con posterioridad fue llevada a la cárcel de Devoto.
Ese periplo que debió padecer lo revivió hoy sentada frente al Tribunal Oral Federal, que juzga a cinco ex policías y al ex juez federal, Víctor Hermes Brusa, todos acusados de delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar en Santa Fe y zona.
La “Pato” Traba era militante de la Juventud Peronista por esa época y amiga íntima de Stella Maris Vallejos -actual delegada del Inadi Santa Fe-, secuestrada el mismo día, al igual que Anatilde Bugna y Ana María Cámara. En el caso de Bugna y Vallejos, ellas le contaron ayer al tribunal la dolorosa experiencia de sus detenciones, mientras que Cámara declaraba al cierre de esta edición.
En cuanto al testimonio ofrecido por Patricia Traba, querellante en el juicio, pudo establecer una cronología casi exacta de lo vivido por entonces y aportó un relato revelador de cómo funcionaba el sistema represivo en la ciudad y la zona de influencia, tanto en la órbita policial, militar y judicial.
“Tío, Pollo y Rey”
La mujer, que actualmente cuenta con 53 años y se desempeña en la Dirección Provincial de la Memoria, que depende de la Secretaría de Derechos Humanos, puso de manifiesto la inseguridad a la que estaban sometidas más de diez mujeres, entre las que se encontraban menores de edad, algunas de ellas embarazadas, porque en la GIR que dirigía Juan Calixto Perizzotti era frecuente escuchar aquellas voces que reconocieron en la casa de las torturas.
También aseguró que no había un trato diferencial para menores y mayores en ese lugar de detención; y que muchas de ellas todavía llevaban las marcas de las lesiones de la picana y otros mecanismos de tortura, a los que fueron sometidas por los miembros de la patota.
Recordó los apodos que había oído en ese siniestro lugar: “Tío, Pollo y Rey”, seudónimos que utilizaban el coronel Nicolás Correa -fallecido en 2007 y por eso fuera del juicio-, Héctor Colombini y Eduardo Ramos -éstos últimos policías-.
“Tenemos a Patricia”
El día que la secuestraron, Patricia Traba no había ido a trabajar a la Dirección General del Menor, lugar donde se desempeñaba. Tenía un cuadro de angina y había pedido licencia. En su casa la sorprendió la llamada de la mamá de Stella Maris Vallejos, que trataba de localizar a su hija con cierta insistencia. Vallejos también había sido secuestrada cuando iba a esperar el colectivo para asistir al trabajo.
Entonces Patricia se puso a buscar a su amiga. Recorrió una serie de lugares y cuando bajó del colectivo de vuelta a casa, observó que su papá se encontraba recostado en un pilar del frente y al llegar le dijo que adentro la estaba esperando la policía.
“Tenemos a Patricia”, dijo uno de los captores que usó el teléfono de la familia para comunicar que la misión estaba cumplida. Sin embargo, esta mañana la mujer no pudo decir quiénes eran esos dos hombres que la fueron a buscar.
La audiencia se inició a las 9 de la mañana y se extendió durante tres horas, tras lo cual hubo un cuarto intermedio para continuar con la declaración de Ana María Cámara. La audiencia de hoy fue a sala llena y otras tantas personas siguieron el juicio a través de la pantalla gigante del edificio de 9 de Julio y Zazpe.