Delito, indefensión y debate
Daniel Cuenca: “Hoy la realidad atropella nuestra planificación”
El ministro descalificó las medidas contra la inseguridad propuestas por “gurúes televisivos” . A partir de un análisis de esas “recetas”, evaluó la situación local. Dijo que hay una “avalancha” de imprevistos que sobrepasa las respuestas.
Ivana Fux
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Ni pena de muerte, ni colimba obligatoria ni mano dura. “Son recetas tradicionales y copiadas”. El ministro de Seguridad de la provincia, Daniel Cuenca, desestimó cualquiera de las ideas que en los últimos días pregonaron personajes de la farándula y lograron una notable adhesión popular.
“El problema no se resuelve con mayor o menor dureza. Y mucho menos lo puede resolver un área de seguridad, donde su principal bastión es la policía y la cárcel. El debate pasa por otro lado”, dijo a El Litoral. Sí admitió que “siempre tiene uno el enano fachista escondido” como para sugerir medidas extremas y “autoritarias”, sin embargo, consideró que cuando se emiten estas opiniones es porque se habla desde el dolor o porque falta formación.
“Cuando esto pasa -explicó-, suele aparecer la respuesta inmediata que a veces es del ojo por ojo. Yo entiendo a la gente; tiene derecho a quejarse y está bien que lo haga. Pero las respuestas tienen que pasar por un marco legal, organizado, y con una prevención que pase por una mejor calidad de vida, no por más patrulleros. Pareciera que mi discurso no fuera sobre recetas comunes; es que no creo que con eso podamos erradicar la inseguridad”.
— Ahora ¿No puede concluirse en que sin estas recetas tradicionales la cosa tampoco funcionó?
— Así es. Pero es que las respuestas no son fáciles. Lo que se propugna ha fallado en todo el mundo. Las recetas emocionales son buenas para todos; nos agreden y respondemos tal vez con otra agresión. Lo emocional es parte del ser humano. Pero la civilización nos trajo el orden, entonces, la respuesta debe ser civilizada y no debe contener el ánimo de la venganza. Éste es el costo que se paga por tener un sistema civilizado y no uno violento. No se le puede responder a la violencia con más violencia. Ninguna de estas recetas han surtido efecto, han fallado, son francamente ineficaces. Sí hay otras cosas que como Estado debemos mejorar. Por eso este gobierno está tan enfrascado en cambiar el sistema de justicia penal, porque el que está no funciona.
— Si no hay respuestas fáciles y si dice que éste es el costo de un sistema civilizado ¿entonces debe haber una cuota de resignación del ciudadano?
— No. Al contrario. El sistema tiene un ordenamiento que hace que el ciudadano tenga respuestas, y si esas respuestas no son eficaces, debemos trabajar para que lo sean. Cuando digo respuesta civilizada, no digo que pagamos un costo y que por civilización debemos renunciar al marco de justicia. El Estado tiene sus reglas y su organización, y eso es lo que tenemos que mejorar. La gente no se debe resignar. Está muy bien que proteste y que lo plantee a las autoridades, pero que también haga su aporte. Bienvenida la crítica, pero también la participación. Porque pareciera que la policía, por ejemplo, es ajena al ejido social, cuando en realidad es parte de ella. Nos hace falta un gran debate para que no tengamos miedo de asumir cuestiones que llevan tiempo, y no atarnos a respuestas fáciles que nos hacen pensar que de un día para otro el mundo cambia.
— ¿Le preocupa quiénes han sido los enunciadores de estas recetas?
— Es parte de lo que decíamos; necesitamos un debate profundo que nos permita llegar a mejores conclusiones que las que nos pueda dar un gurú televisivo. Muchos de los que están hablando viven en sus countries con custodia y están lejos de los problemas sociales; no saben lo que es un chico con hambre. Se ha farandulizado todo y eso atenta porque el ciudadano común tiene que tener otro marco de discusión. Estos enunciados son reacciones emotivas. Hay gente que sufrió infinitamente más que estos artistas que aparecieron ahora; ése es el reclamo que hay que escuchar. Con lo otro, cambiamos de canal.
— Sin embargo mucha de esa gente que sufrió también adhirió a los mensajes de los gurúes televisivos...
— La gente que sufrió un delito tiene todo el derecho del mundo a reaccionar. Por allí, uno que cree haber estudiado mejor la cosa, escucha respuestas banales, pero no importa. Son válidas. Yo rescato y valoro la inquietud y la protesta.
— Si desestiman por ineficaces aquellas recetas ¿las que ustedes aplican están dando resultado en la ciudad?
— Estamos trabajando en varios frentes. Se ha avanzado bastante pero no es lo óptimo. No estamos en un momento que podamos esbozar una continuidad y una idea de planificación. Estamos en semanas donde puede haber tres o cuatro acontecimientos sociales con los que la policía tendría poco que ver, y tenemos que cambiar toda la planificación. Hay un uso distinto de la fuerza de seguridad que impide mantener una regularidad y evaluar resultados en el tiempo. Un plan para evaluar resultados tiene que tener cierta dosis de permanencia. Si no, es muy difícil. Estamos ensayando permanentemente en la cuestión tiempo. No nos dan los tiempos y cuando digo tiempo digo meses.
— ¿La realidad atropella y no les da tiempo?
— Nos atropella la planificación. Hay veces que la atropella de tal manera que hace que no podamos seguir ensayando en la realidad. El año pasado propusimos los patrullajes de a pie; surgieron las tormentas y otros acontecimientos en Rosario, y se nos empezó a deteriorar. Al tiempo nos estaban criticando, pero era una planificación estable con personal que de pronto tuvo que estar afectado a otras cosas. Se viven fenómenos difíciles. ¡Tuvimos mil efectivos para custodiar una elección de un club de fútbol! ¡Qué planificación puede resistir eso! Socialmente creo que estamos en algunos sectores medio desmadrados. Y la respuesta más rápida que se busca es el patrullero, y esa respuesta no es la indicada; es la momentánea.
— Si dice desmadrados ¿entonces no estaban preparados como se pensaba? Porque mientras tanto siguen los homicidios, los robos...
— No. Porque cómo vamos a entender nosotros que estas contingencias son posibles en un plan de seguridad. Que me digan que tenemos homicidios, que tenemos arrebatos; ésa es la planificación. Ahora, que yo tenga que salir a custodiar diez calles porque hay piquetes, diez rutas porque hay conflictos sociales en una empresa o con el campo... La misión está bien, pero entonces sí vamos a tener que seguir aumentando la cantidad de policías para custodiar a todos.
— ¿Los fenómenos imprevistos coptan policías que se usarían para otra cosa?
— Hacen que se rompa la planificación que para el ciudadano común tiene el marco de una ciudad. Hay veces que sí se nos rompe cualquier marco de planificación y de continuidad, porque si pensamos que un policía se tiene que hacer conocido en el barrio, eso implica estar un tiempo para hablar con la gente, para distinguir una situación sospechosa de una normal. Todo eso son meses de compartir el mismo lugar; si por razones extras yo no puedo mantenerlo, nunca llego al proceso de un policía cercano a la gente. Estos son problemas que tenemos que debatirlos en una política pública y que rompen cualquier posibilidad de planificación previa porque hoy estamos en lugares donde la policía no tendría por qué tener presencia. Por ejemplo, rutas o partidos de fútbol amateur porque los padres de los chicos se agarran a las trompadas. Algo nos está pasando socialmente. Ahí es donde digo que estamos desmadrados.
— ¿Está conforme con lo que logró en este año de gestión?¿Algo mejoró?
— Estoy conforme con el trabajo pero no con el resultado porque la realidad sigue siendo tanto o más compleja. Lo que pregonamos lo estamos instrumentando. Cuando asumí, dije que era un problema que iba a durar y lo sigo sosteniendo. Desde la provincia hay muchas cosas que se pueden hacer y otras no; hay imponderables que los podemos llegar a sortear pero que llevan su tiempo. Se pueden hacer muchas cosas, pero hoy la avalancha es muy grande y pasa por encima las respuestas que van existiendo. Sí noto que se ha perdido un poco la paciencia y la crítica es muy fuerte.
— ¿Se acabó la tolerancia?
— Es que uno se metió en esto hace quince meses pero este problema no se armó en quince meses. Hoy soy la cabeza visible de un problema que se gestó hace muchos años. Pero hay resultados; hay cosas que con voluntad política se pueden lograr.
Daniel Cuenca exigió un debate en la sociedad, porque hoy “la policía está en lugares donde no debería estar”.
Foto: Archivo El Litoral