Gastón Neffen
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Enviado especial a Nao Me Toque (Brasil)
Los funcionarios del gobierno brasileño, los empresarios que exportan y los dirigentes de sus cámaras empresarias tienen un discurso común para enfrentar la tormenta financiera mundial. Hablan de turbulencia —como algo transitorio— en vez de crisis, asumen una postura de “optimismo reservado” para despejar los nubarrones y le dicen a todo el mundo que Brasil no va a dejar de crecer.
Es el mismo discurso que comunicó Lula da Silva esta semana en Nueva York. “No nos vamos a achicar frente a la crisis, vamos a crecer menos de lo que en realidad podemos; pero tenemos la certeza de que lo vamos a seguir haciendo”, dijo el presidente de Brasil, en una reunión con inversores y analistas.
Esta forma de “plantarse” frente a la crisis, que es una estrategia de comunicación y de negocios, también fue el eje conceptual que atravesó una de las muestras más importantes de la agroindustria brasileña: la Expodireto Cotrijal, que se realizó en Nao me toque (Rio Grande do Sul).
En este marco, El Litoral entrevistó - junto al diario El Nuevo Día de Bolivia - a Sérgio Rodrigues Costa, gerente general de negocios de Apex, la agencia del gobierno brasileño que se dedica a fomentar las exportaciones, una función similar a la que desarrolla en la Argentina la Fundación Export.Ar. Rodrigues Costa coordina el trabajo de 220 analistas de mercado, economistas y expertos en marketing que se dedican a investigar en qué países están las mejores oportunidades de negocios para las empresas y Pymes de Brasil.
Su análisis de la coyuntura actual es relevante para comprender qué está haciendo Brasil para atenuar los coletazos de la crisis sobre toda su economía, que tiene un fuerte perfil exportador. Este tema formó parte de la agenda bilateral que trataron Lula y la presidenta Cristina Fernández el viernes en San Pablo, cuando conversaron sobre la posibilidad de hacer campañas conjuntas para promover las exportaciones de ambos Estados.
Lo primero que reconoce Rodrigues Costa —en un más que aceptable español; toma clases de castellano desde hace tres meses— es que su país está potenciando el intercambio comercial con América Latina, para “esquivar”, lo más que se pueda, la reducción de las ventas a las economías del Primer Mundo.
—¿Qué impacto tiene la crisis sobre las exportaciones de Brasil?
—Hemos notado un decrecimiento en su ritmo. Estamos analizando si es una tendencia estacional o es una crisis más profunda. Pero yo pienso que es un escenario transitorio y que en nuestra región el impacto va a ser más suave. Las empresas de Estados Unidos, Inglaterra y Japón —para citar algunos ejemplos— están enfrentando una crisis mucho más severa. Nuestros problemas son diferentes. Tenemos que invertir en infraestructura, educación y equidad social para consolidar el crecimiento sostenido de estos últimos años.
—En este escenario, Brasil, ¿perdió mercados?
—Cuando los grandes mercados dejan de adquirir productos de América del Sur, es notable cómo se incrementa el intercambio sur-sur. Nosotros estamos estimulando el crecimiento del comercio dentro del hemisferio. En este momento es positivo porque nos permite concentrar todos nuestros esfuerzos en un mismo lugar.
— Cuáles son los segmentos en los que Brasil tiene más futuro?
—En toda la línea de maquinaria industrial. Es decir, equipos para la construcción, para el calzado, para el sector textil y para toda la cadena agroindustrial (maquinaria agrícola y procesamiento de alimentos). Recientemente, hemos logrado un fuerte desarrollo en equipos médicos que alcanzan los estándares de Europa y Estados Unidos. También hemos trabajado mucho para que los alimentos de Brasil se adapten a las características de otros mercados (sobre todo, las frutas y sus derivados).
—Este cambio de paradigmas, esta crisis, ¿abre oportunidades para naciones como Brasil y la Argentina?
—Sí, totalmente. Nuestros países tienen muy buenos productos, con creciente calidad y tecnología, y a precios mucho más competitivos que los de Estados Unidos o Europa. Pero, cuidado, para exportar con buenas chances es esencial conocer bien el mercado mundial. Nosotros hacemos un trabajo intensivo de inteligencia comercial. De esta forma, podemos decirles a las pequeñas y medianas empresas cuáles son los mejores mercados para sus productos.
—¿Cómo hace una empresa pequeña para poder exportar?
—Es clave tener información de calidad, que es lo que hace Apex. Nosotros nos enfocamos, sobre todo, en decirles a las Pymes en qué lugares pueden competir ventajosamente; esto es, en qué países necesitan lo que ellos hacen. Las empresas chicas y medianas no suelen contar con el presupuesto para explorar el mercado mundial y necesitan “arriesgar” lo menos posible. Una decisión equivocada en una inversión puede ser catastrófica. Apex las asesora en todo ese proceso, inclusive al momento de determinar si estas empresas están listas para exportar en forma competitiva, eficiente y profesional.
—¿Para no dañar la imagen productiva de Brasil?
—Claro. Si un consumidor compra un producto de una empresa que no está capacitada y lista para ese mercado, en su memoria va a quedar la sensación de que Brasil no elabora buenos productos. Y eso perjudica a muchísimas otras firmas que podrían tener la oportunidad de crecer globalmente.
—¿Con cuántas empresas están trabajando?
—Apex apoya directamente a 5.600 en 77 segmentos diferentes. Desde la biotecnología hasta las artesanías, desde los agronegocios y los alimentos hasta la industria del calzado y del software. Nos focalizamos en las actividades que generan valor agregado y tecnología, porque los commodities tienen su propia lógica y sus propios mercados.
—¿Se pueden cuantificar los resultados de este trabajo conjunto entre el Estado y el sector privado?
—Hicimos un estudio para analizar cuánto crecieron las ventas globales de las empresas que reciben el apoyo de Apex. Tomamos dos años (2006-2008). En ese período, en promedio, las exportaciones mundiales se incrementaron en un 12 %: las de Brasil crecieron a un ritmo mayor (18 %) y las de las firmas que trabajaron codo a codo con nosotros, todavía más (24 %).
—¿Qué diferencia hay entre una empresa que exporta y otra que no lo hace?
—Competir en el mercado mundial es una enorme oportunidad para desarrollarse y crecer. Cuando las Pymes lo empiezan a hacer, entran en contacto con los estándares internacionales de calidad. Esto las lleva a corregir y adaptar sus procesos, lo que las hace más eficientes y competitivas. Lo mismo sucede con sus empleados. Cuando una empresa exporta, necesita capacitarlos y afinar sus capacidades. El nivel del trabajador mejora, crece en su oficio, en su educación; y, lógicamente, se le abren más oportunidades en su profesión.
—¿Se tomó alguna medida adicional para estimular las exportaciones a partir de la crisis?
—En general, nuestros proyectos son financiados mitad y mitad con las cámaras empresarias de los distintos sectores. Pero, a partir de los nuevos desafíos que plantea este escenario, ha crecido el porcentaje que financia Apex con el objetivo de que las empresas tengan más recursos para atravesar esta turbulencia.
—¿Cuál ha sido la estrategia de Brasil para crecer en estos últimos años?
—Nuestra receta se basa en un conjunto de políticas públicas que se enfocaron en potenciar las posibilidades productivas específicas de cada región. En el sur, son obvias las oportunidades para el sector agroindustrial; en Río de Janeiro, el petróleo, y en el norte, la construcción, la industria automotriz. Se trata de aprovechar en cada lugar su mejor capacidad.