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Emotiva mirada sobre la niñez y el fascismo

Juan Carlos Arch

Machuca es un niño casi marginal, habitante de los barrios pobres de Santiago, que está entre los elegidos por el Padre McEnroe (un cura que cree en la igualdad de los hombres) para llevar adelante una experiencia que consiste en mezclar algunos niños carecientes con los otros que estudian en un colegio religioso y privado de educación inglesa. La propuesta apunta a trabajar progresivamente con las diferencias sociales, basándose en un humanismo cuyo caldo de cultivo se da justamente en la infancia. Este buen cura tiene las cosas claras y defiende su modesta utopía como puede en el Chile de 1973, durante los últimos días de Salvador Allende y la inminencia del golpe de Estado de Pinochet.

En las clases, Machuca trabará amistad con uno de los niños "pudientes", Gonzalo, que descubrirá un verdadero nuevo mundo con esta relación, que avanzará hasta el entorno de sus respectivas familias. Con la inocencia que le dan sus once años, comienzan a descubrir la vida en medio de un país totalmente dividido, en donde la lucha de clases se desarrolla ante sus inexpertos ojos y los de Silvana, la niña desprejuiciada y con el encanto necesario para que el mundo femenino entre en sus intereses con sus inevitables atractivos. Los tres se enfrentan a su tiempo, con las únicas fuerzas que extraen de su amistad.

Andrés Wood, formado cinematográficamente en Estados Unidos y uno de los más prestigiados realizadores del país trasandino, narra estas pequeñas aventuras cotidianas en la forma más lineal posible, acordándole todo el peso expresivo a los contrapuntos que establece entre estas vivencias y una sociedad que las niega en cuanto posibles. En ese marco, nuestros protagonistas van conociendo una realidad que está más allá de su apreciación directa: la van asumiendo como algo que los contradice en sus sentimientos más íntimos y que los acercan a otro conocimiento más lacerante, como el dolor.

Lo que ennoblece el relato de Wood es que su mirada siempre es la de un testigo que no puede mensurar todo lo que ve. Estos niños llevan adelante una experiencia que los marca, más allá del ambiente que los contiene. Sin embargo, y éste es otro gran mérito del filme, la realidad chilena de esos años siempre está presente como un telón de fondo asfixiante. A través de Gonzalo, ese niño perteneciente a los sectores que quieren derrocar a Allende, es el que más aprende, el que un día se ve en medio de una manifestación popular que por primera vez le permite acceder a ese otro mundo que no domina.

La violencia fascista, cuando estalla, lo pondrá en jaque y sólo su instinto de conservación le permitirá zafar del momento. Pero éste es un momento crucial, aquel en donde su inocencia roza la crueldad y, por tanto, su sentido solidario se entremezcla con las primeras vivencias del adulto, donde entran la traición y el dolor que conlleva. "Machuca" es uno de los más sólidos filmes latinoamericanos de estos años. Wood nos remite a otro filme de temática casi idéntica: "Adiós a los niños", tanto que parece casi un homenaje a esa obra de Louis Malle. Pero "Machuca" vale por peso propio, por iluminar con una luz nueva uno de los acontecimientos más negros de nuestra historia continental.

MACHUCA

(Ídem, Chile, 2004). Dirección: Andrés Wood. Guión: Eliseo Antunaga, Roberto Brodsky, Mamoun Hassan y A. Wood. Fotografía: Miguel Joan Littin M.. Música: Miguel Miranda y José Miguel Tobar. Montaje: Fernando Pardo y Soledad Salfate. Dirección de arte: María Eugenia Hederra. Vestuario: Maya Mora. Intérpretes: Matías Quer, Ariel Mateluna, Federico Luppi, Manuela Martelli, Ernesto Malbrán, Aline Küppenheim y Tamara Acosta. Duración: 120 min. Presentada por Primer Plano en el América.

Puntuación: CUATRO PUNTOS





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