Alrededor de 11.000 alumnos de la Universidad Nacional del Litoral provienen de localidades que no pertenecen al departamento La Capital o de otras provincias; en la Universidad Tecnológica, los que vienen de afuera son cerca de 500; en la Católica, se calcula que uno de cada tres estudiantes no es de Santa Fe. A esto se agregan todos aquellos que cursan en institutos terciarios, públicos o privados.

El desafío de casi todos es seguir en la universidad a pesar de la crisis, y por ese motivo la mayoría se las ingenia para reducir todos los gastos posibles. Un estudiante cuya familia no vive en esta ciudad, debe calcular un presupuesto mensual mínimo que oscila entre los 230 y los 300 pesos.

Esto incluye alojamiento, alimentación, transporte, apuntes y algunos materiales de estudio. Sin embargo, la cifra puede ser aún mayor si el alumno debe pagar una cuota universitaria.

Los chicos apelan a distintas alternativas para estudiar. Atrás quedaron los tiempos en que los universitarios compraban libros: hoy se limitan a utilizar apuntes fotocopiados que, en muchos casos, son prestados por estudiantes más avanzados. Dentro de estas salidas en tiempos de crisis, funcionan experiencias como por ejemplo la "feria de apuntes", en la que los estudiantes de Derecho participan de una especie de "club del trueque".

A la hora de elegir dónde vivir, la mayoría se vuelca por alquilar departamentos junto a dos, tres y hasta cuatro compañeros.

En transporte tampoco gastan demasiado: centenares de bicicletas invaden cada día las distintas facultades. El colectivo pasó a ser un bien de lujo, al que muchos apelan sólo los días de lluvia.

Actualmente las distintas universidades locales cuentan con algunas alternativas de becas para ayudar a los alumnos en malas condiciones económicas.

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